Durante varios meses la discusión entre taxistas y Uberistas, porque si hay Uribistas y Santistas pueden haber seguidores de cualquier cosa, ha calado con fuerza en espacios de conversación y debate como aulas universitarias, cafés, restaurantes, parques y por último, pero no menos importante, los Ministerios de Trabajo y TIC.
Soy taxista, cuando cumplí 18 años el regalo de mi papá fue la licencia de conducción y no cobrarme cuota el primer día de trabajo. Desde ese día han pasado casi cinco años, de los cuales sólo durante uno no fui taxista, pero durante los otros soy el testimonio vivo de que el gremio desaparece.
Primero fueron las aplicaciones Easy Taxi y Tappsi, el taxista de calle desapareció en un alto porcentaje pero la solución fue fácil, unirnos con mi papá al mundo de las aplicaciones para taxistas. Sin embargo, después apareció Uber, un buen servicio prestado para personas con tarjetas de crédito y débito cansadas de los malos y repugnantes taxistas, con esos insultos y competencia un taxista pude vivir, pero no con la ilegalidad de Uber X y UberPOOL.
Uber X y UberPOOL son servicios prestados por carros particulares, lo cual es simplemente ilegal. Alguien de los que alega por la defensa de Uber se ha preguntado cuánto paga un taxista en impuestos, pues puedo decir que el doble o hasta el triple que un propietario de carro particular. La competencia no es mala, todo lo contrario, mejora el servicio pero es necesario que sea en igualdad de condiciones.
Impuesto para todos o para ninguno, es la mejor solución que puede tener este tema. Cerrar la aplicación es una señal del poco control que el gobierno puede ejercer en los nuevos modelos de negocio. No controlar la ilegalidad será una muestra de ineptitud, ejemplo claro es Uber al declararse en rebeldía ante una ley que controla el transporte de lujo en Colombia y al no pago de multas impuestas en varios países.
Uno de los puntos que harán la discusión monótona por mucho tiempo es la falta de unidad y organización de los taxista. La viva muestra es mi papá, con más de 15 años como taxista ni él, ni sus amigos conocen alguno de los llamados voceros de los taxista, que hasta ahora han sido paupérrimos al defender al gremio de los taxistas en los medios de comunicación.
Caso contrario es Uber, que ha utilizados medios de comunicación y redes sociales para publicidad de su buena calidad de servicio, además de vender un imaginario de víctimas en todo este proceso, respaldado por ataque de delincuentes que manejan un taxi.
Los taxistas disminuirán, dos amigos de mi papá ya son Uber, él se volverá negociante, yo espero encontrar trabajo como Comunicador Social y muchos más están buscando nuevos horizontes. Sin embargo usted, que nunca ha sido taxista y jamás ha manejado Uber, déjeme preguntarle: ¿Cree que mi papá, o yo, somos tan groseros o ladrones como taxistas para preferir un Uber más costoso e ilegal por el simple hecho de no preguntarle para dónde va?