Quizás cometa un error al tratar de contestar los comentarios que recibí en el anterior artículo; sin embargo, un comentario me reta a escribir acerca de, copio textualmente, “Las trampas que comenten los taxis y la ilegalidad en la que también trabajan al alterar sus taxímetros, negar la carrera, aproximar el cobro o agredir a los pasajeros entre otras cosas.” Así que prepárese para saber los delitos que los cara de hampones, ósea todos los taxistas según otro comentario, cometen día a día.

Adulterar los taxímetros es muy fácil, y hasta es la ñapa de algunos mecánicos en ocasiones. Lo reglamentario es que un taxímetro cambie cada 100 metros una unidad o cada treinta segundos, lo que pase primero. Así que si desconfía de un taxímetro mírelo fijamente y cuente hasta 30, si cambia antes, pues lo están robando y quéjese en este blog; pero si cuenta hasta 1000 y siempre cambia cada 30, es que está en la autopista norte, es hora pico y probablemente contará hasta 10 mil antes de avanzar 100 metros.

Negar las carreras es muy fácil. Las excusas van desde: -“Voy a entregar el carro”, “Voy hacia el otro lado”, “Tengo que ir a tanquear”, “Hacia allá hay muchos trancónes” o simplemente, mi motivo favorito, escoger la mujer que pueda ser la mamá de mis hijos, en cinco años me han partido el corazón dos veces. Pero el que no le guste escuchar estas excusas, no significa que sean mentiras.

Ejemplo: está manejando un taxi y está ubicado en las Américas con Boyacá, son las 3 pm y tiene que entregar el carro al siguiente conductor a las 4 pm en Héroes, tanqueado, limpio y claramente hacia el norte de donde está. ¿Aceptaría una carrera que vaya hacia Bosa, Suba, Engativá, Fontibón, Centro, Usme o Ciudad Bolívar? Una solución puede ser no preguntar hacia donde se dirige y perder una hora de trabajo, además toda la gente que necesita un taxi mirará el carro sin pasajero y con su brazo extendido dirá: «Después se quejan de que no hay trabajo».

Aproximar el cobro es muy fácil. Tan fácil que ignoraré explicarlo o argumentar por qué o cómo se hace.

Agredir a los pasajeros es muy… No lo sé, nunca lo he hecho y hasta me pasa lo contrario. Tengo miedo a cada pasajero que se sube porque siempre tendrá la ventaja de atacarme por la espalda y robarme, como me pasó una vez, salir corriendo por la puerta sin pagarme la carrera, como lo hizo un amigo una vez, contarme su historia de amor sin final, o aún peor confesarme su posición política a favor del uribismo sin argumentos, eso sí es un agresión cruel, sin pausas y en HD.

P.D. Muchos comentarios no los puedo responder en este escrito por la simple razón de espacio, y aunque podría escribir tres páginas y publicarlas, es sabido que nadie las leería. Porque como me dijo un amigo: “En Colombia nos da hasta pereza leer los subtítulos de una película”.