En el marco del día del libro y de los derechos de autor, celebrado desde 1995 en todo el mundo por iniciativa de la Unesco, es importante revisar algunas cifras. En Colombia, según la Cámara Colombiana del Libro, en promedio se leen 2 libros al año. Sí, así como lo está viendo, ¡sólo 2 libros al año por persona!, situación a todas luces vergonzosa.

Si nos queremos comparar con otros países de habla hispana, las estadísticas del Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe, Cerlalc -Unesco, nos muestran un escenario poco alentador.

Como se puede apreciar en la gráfica anexa, el desempeño de Colombia es muy lamentable si lo comparamos con países de nivel de desarrollo similar. ¡Y eso que no traeré a colación los resultados en comprensión lectora en pruebas internacionales!

Fuente: CERLALC  http://cerlalc.org/wp-content/uploads/publicaciones/olb/PUBLICACIONES_OLB_Comportamiento-lector-y-habitos-de-lectura_V1_010213.pdf

Que no practiquemos el hábito de la lectura, no sólo tiene efectos en la dinámica de este sector que, en Colombia a 2015, generó 4775 empleos entre editoriales e importadores.

Según un estudio realizado por Raymond Mar, doctor en Psicología de la Universidad de York en Canadá, cuando leemos, nuestro cerebro desarrolla procesos que nos facilitan el entendimiento del entorno y la interacción social, cosa que no ocurre cuando la información llega por otros medios, como el audiovisual. Esto, tiene un efecto directo en las habilidades para la convivencia.

Me explico: cuando tomamos un libro en el que abundan las descripciones detalladas, indican los estudios, nuestro cerebro crea o recuerda situaciones similares, ampliando nuestras posibilidades de vivencia y experiencia, porque asumimos, durante el momento de la lectura, roles diferentes a los cotidianos. Podemos cambiar de raza, de credo, de género, de época, recrear discapacidades o potencialidades extraordinarias…¡hasta ser extraterrestres!  Y con esa experiencia ampliada, desarrollamos una habilidad fundamental: la empatía.

¿Será que por los bajos niveles de lectura que tenemos en Colombia, nos cuesta tanto ponernos en los zapatos de los demás, entender el dolor ajeno y cooperar? Nada raro que sea así.

Pero si no nos preocupa nuestro impacto en el entorno, leer también trae beneficios particulares, dado que aumenta el vocabulario, fomenta la creatividad, disminuye el riesgo de alzheimer y aumenta la concentración. ¡Razones suficientes para adamarnos de la lectura!

Alcanzar niveles de lectura como los que reporta la India o Tailandia, en donde el número de horas de lectura promedio al día están en 10.7 y 9.4 respectivamente (datos del World Culture Score Index de NOP World), considerando nuestro punto de partida, podría sonar a utopía.

Sin embargo, los hallazgos de la Encuesta de Consumo Cultural realizada de manera periódica por el Dane, nos dan pistas para que el hábito de la lectura no muera.

Según este estudio, el 52% de los encuestados indicó que no lee libros por ´falta de gusto´.  ¡Con la cantidad de libros preciosos, de todos los géneros, que hay para escoger!

No estamos, entonces, frente a un problema asociado con la pobreza. Aquí lo que ha faltado es el desarrollo de hábitos y, en consecuencia, la implementación de un apropiado modelo de educación; un modelo en el que reine la motivación, y no la obligación, y en el que haya una orientación hacia conductas deseables, sin que el medio para ello sea la imposición o la limitación de la libertad.

¡Más zanahoria y menos garrote!, para que nuestros niños se enamoren de las letras.

Epílogo: Vuelve y juega: En la educación, está la clave. La pregunta que resta es ¿Cuándo nos decidiremos a poner en marcha la tan necesaria revolución educativa en Colombia?