Nos guste o no, la banca cumple un papel fundamental en la economía. Gracias a su rol intermediador entre los agentes que tienen exceso de liquidez y aquellos que presentan déficit, la demanda de bienes y servicios es estimulada de manera exponencial, no sólo por la conexión entre agentes, sino especialmente por la dinámica asociada al multiplicador bancario.
Las campañas de educación financiera orientadas a una mayor bancarización, así como el desarrollo de nuevos productos y servicios, y la gestión estratégica de las tasas de interés desde el Banco de la República, son medidas que pueden contribuir al crecimiento sostenido del PIB.
No obstante estas virtudes, el papel de la banca tiene en la práctica algunas restricciones que afectan su impacto en el mercado.
Los altos costos de intermediación -justificados en muchos casos por las exigencias normativas, pero que en realidad van de la mano de la estructura oligopólica que, pese al ingreso de nuevos competidores, tiende a persistir-, y la lenta transición hacia soluciones digitales simples y seguras, son frenos a la bancarización incluyente, tan necesaria para migrar a otros niveles de desarrollo.
En este sentido, Jim Marous, una de las 5 autoridades mundiales en temas de banca y de innovación financiera, resaltó en días pasados en su intervención en el marco de la convención bancaria, que las entidades en Colombia se han concentrado en hacer cambios en el ámbito transaccional, estando aún lejos del desarrollo de capacidades.
Así mismo, indicó que los consumidores financieros necesitan nuevas formas, y menos costosas, de resolver sus requerimientos bancarios; no sólo cambiar su relación con el banco.
Una revisión rápida de la oferta de los productos y servicios que ofrece la banca en el país, da la razón a Marous.
La tercerización de operaciones de recaudo a través de entidades que repiten el formato presencial en pequeñas oficinas ambulantes, y con la cual la banca alega modernización y cercanía, no genera mayor valor agregado para el consumidor financiero, por lo que está mandado a recoger.
¿Estamos condenados, entonces, al anquilosamiento que hace de la banca un servicio para las élites?
Explorando algunas propuestas presentadas, en la convención bancaria, por everis, una empresa española que tiene presencia en 17 países de latinoamérica, es posible que exista una luz en este sombrío panorama.
¿Cuál es el centro de la propuesta? De acuerdo a Diego Tovar, presidente de everis Colombia, el paso que debe dar la banca para servir como un motor exponencial de la economía, es la innovación digital incluyente.
La apuesta de everis es el desarrollo de soluciones basadas en economías colaborativas, en donde varios sectores, entre ellos el gobierno, la academia, organizaciones de diverso tipo, emprendedores y empresas privadas, se unen libremente para aportar su conocimiento y capacidad a la búsqueda de una solución disruptiva.
El lector estará de acuerdo conmigo con que esta aproximación novedosa, basada en la cooperación, es ideal, pero sé que se preguntará como yo lo hice, en algún momento ¿Es posible tanta maravilla?
Investigando un poco más este modelo de innovación abierta que everis Colombia impulsa para el sector financiero, encontré que ya ha sido probado por esta compañía en otros sectores y regiones, siendo el caso de mayor éxito el Hub Digital de Temuco, Chile, en donde el punto de conexión es la salud.
Un software que permite el registro clínico genómico, y que además de reducir la brecha tecnológica de los principales ámbitos productivos y de servicio público con vocación exportadora, creó 900 empleos directos y generó dinámicas de encadenamiento emprendedor, fue posible gracias a que en torno al Hub Digital Temuco, en Chile se logró vencer la resistencia a la cooperación derivada de los falsos paradigmas de competitividad basada en el aislamiento y en el secreto.
De un pensamiento de interacción productiva suma cero -en donde lo que yo gano, lo pierde la competencia-, se pasó a reinventar la competitividad a través del aprovechamiento de sinergias, con beneficios para todos.
Es claro, que los participantes de estos modelos de innovación abierta tienen un retorno importante en su inversión, a través de uso de los desarrollos tecnológicos de manera gratuita, y de la obtención de rentas derivadas de la comercialización posterior de los productos a terceros. En ningún caso se trata de renunciar a dividendos, o pasar a ser ´hermanitas de la caridad´.
La virtud de este modelo consiste en reducir los costos y los tiempos de desarrollo de la I+D+I, mediante la aplicación de los conceptos de economías de escala y colaborativas, lo cual rompe el principal obstáculo para el progreso tecnológico reportado por las empresas: la masa crítica requerida para la innovación.
Aceleración de la innovación y menores costos que se verán reflejados en menores precios es, en pocas palabras, el significado del modelo de innovación abierta, y cuyos primeros pinitos se están dando en Colombia para la banca.
Ojalá pronto tengamos noticias del avance de esta iniciativa de everis Colombia a través de innovaciones tangibles y funcionales a disposición de los consumidores, pues la verdadera revolución digital de la banca en Colombia, no da espera.