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La historia de la lideresa de una comunidad afrodescendiente de Cali que se llama Consejo Comunitario La Playa Renaciente, que este año se ordenó obispa.
El puente a que se refiere el Grupo Niche en la canción que invoca la famosa vida nocturna de las discotecas de salsa, se llama Carlos Holguín y une a Cali con el municipio de Candelaria y los municipios montañosos de Pradera y Floria, sobre el portentoso río Cauca. El segundo río más largo de Colombia, según recuerdo de las clases del colegio.
Antes del puente Carlos Holguín, el presidente caleño Manuel María Mallarino le había dado nombre a una estructura giratoria sobre el río Cauca para el paso de vapores y barcos de calado, cuando este sitio se convirtió en el puerto de Mallarino y luego en mercado que surtió por muchos años la Galería del Calvario, lugar donde hoy están las ruinas del Palacio de Justicia de Cali, destruido por una bomba en 2007. “Por acá llegó todo el progreso de Cali”, indica el señor Jorge Vallecilla, pensionado por la Empresas Municipales de Cali, Emcali, como electricista.
La Playa Renaciente es área rural de Cali y está en jurisdicción del corregimiento Navarro, según el Plan de Ordenamiento Territorial del municipio. En este punto sobre el río Cauca descargaban balsas con mercadería y barcos de pasajeros que navegaban desde el siglo XIX ambos sentidos del río Cauca, tanto desde Risaralda como del Cauca, desde cuando se asentaron las primeras familias de negros en lo que hoy se llama La Playa Renaciente.
La Playa Renaciente es una comunidad negra de Cali, de aproximadamente doscientas familias que viven de la extracción de arena y balastrillo del lecho del río Cauca, y de la comercialización de guadua, que llega allí vía fluvial desde La Virginia, Risaralda, o Suárez y Miranda, Cauca. Sus habitantes se consideran caleños, y reafirman su cultura negra originaria, razón por la cual están organizados como Consejo Comunitario.
Marina Teresa Sánchez Mejía es una mujer negra, nacida en La Playa Renaciente, que convocó a las familias de las comunidad cuando la administración de Cali anunció planes de reubicación del asentamiento al considerar que la zona, inundable en temporada de lluvias, era zona de riesgo que debía ser mitigado mediante la reubicación de la gente. El proyecto de reasentamiento de la población que vive y depende productivamente del río Cauca prevé llevar a la gente lejos del río Cauca.
Marina Teresa siempre se destacó en el colegio y al mismo tiempo iba a la parroquia del corregimiento Navarro a ayudar en lo que le pidieran. El compromiso con la Iglesia llevó a Marina a Cuenca, Ecuador, donde estudió teología e hizo trabajo de apoyo a los indígenas de Lago Agrio, zona de explotación petrolera de ese país. Valga acá recordar que, según cifras de la Iglesia, hay 780 mil mujeres sirviendo a Iglesia católica, mientras que solo lo hacen 400 mil hombres, hecho que contrasta con el número de mujeres con cargos directivos en el Vaticano.
Rápidamente, la Iglesia Episcopal de Quito le propuso ordenarse como sacerdotisa, lo que es permitido en esa comunidad religiosa, pero no aceptó, hasta no recibir el respaldo de su comunidad en Cali.
A su regreso a Colombia, siente que su compromiso comunitario debe continuar y es acogida por la Fraternidad Eucarística de Jesús, organización católica que cuenta con el reconocimiento del Estado colombiano. Marina Teresa consideró que la palabra de Dios exalta la igualdad entre hombres y mujeres y promueve que las mujeres la divulguen y celebren sacramentos católicos. Le pareció importante que la Fraternidad dispusiera que los sacerdotes no pueden vivir del rito, que no existe el pecado, y tampoco el diezmo o la limosna, así que cada sacerdote se puede casar y debe emplearse para poder subsistir.
Esto la llevó a organizar a su comunidad en La Playa Renaciente con la intención de fortalecer los lazos entre la gente e iniciar un proceso comunitario de gobierno propio sobre su territorio. Los sacerdotes católicos creyeron que la comunidad era demasiado pequeña y pobre para iniciar un trabajo religioso con La Playa Renaciente, aun cuando siempre apoyaron la Rogativa a la Virgen de la Asunción, como celebración católica sobre el río Cauca que hoy obtiene apoyo de la Alcaldía de Cali y es acompañada por la orquesta de la Policía.
Entretanto, la labor organizativa de Marina Teresa estaba orientada a proteger los derechos territoriales y la identidad de la población negra caleña que se asentó hace varias décadas en la zona, al tiempo que continuaba convocando con su carisma espiritual. Religiosos basilianos apoyaron la conformación del comité de vecinos, que más tarde se convirtió en Consejo Comunitario, denominación bajo la cual el Estado colombiano reconoce la organización social de las comunidades negras, y que las faculta para solicitar la titulación colectiva de los territorios que ocupan.
No obstante, la comunidad venía reuniéndose hace varios años alrededor de la adoración de la Virgen de la Asunción, cuya fiesta se ha celebrado desde el 15 de agosto desde 1952, cuando Mélida Valecilla, madre de uno de los miembros del Consejo Comunitario, la realizó por primera vez. El ritual religioso consiste en navegar el río Cauca cada 15 de agosto en planchones que se construyen mediante la atadura de dos balsas de sacar arena, con el fin de conformar una embarcación en la que pueden transportarse varias decenas de personas por el río Cauca alabando mediante cantos y alabanzas la efigie de la Virgen. Se utiliza para el piso de la embarcación la esterilla de guadua, mientras que los cantos de las mujeres negras permiten ubicar cierta herencia africana.
La conmemoración tradicional de la fiesta de la Virgen de la Asunción expresa los rasgos más protuberantes de la economía de La Playa Renaciente, alrededor de la cual se construyen las relaciones religiosas y sociales. El uso de las balsas de la extracción de arenas del lecho del río Cauca que pueden mover hasta 6 metros cúbicos de material, y la utilización de la guadua que se transforma en esterilla para convertirla en el piso de la embarcación, permite entender que a partir de las relaciones de la producción se ha organizado la comunidad, la cual tiene una expresión religiosa.
Justamente, en 1946 la Cooperativa de Areneros del Río Cauca fue fundada, mediante resolución No. 430 proferida por el Ministerio de Trabajo, Higiene y Previsión Social de entonces, bajo el gobierno de Alberto Lleras Camargo, lo que permite suponer que del río Cauca se ha venido sacando material de construcción desde hace varias décadas. Se podría decir que la totalidad de los hombres de la zona ha paleado la arena que se extrae y se vende a 14 mil pesos el metro cuadrado, y las mujeres se han dedicado a la administración del negocio de la distribución de guadua. Hoy en La Playa Renaciente se pueden comprar las cañas de guadua más gruesas y más largas de todo el mercado de la construcción de Cali.
Además de lo anterior, las mujeres de La Playa Renaciente comercializan frutas, y especialmente chontaduro, y también pescado. Hoy, son miembros del negocio de la arena y del negocio de la guadua, los que conforman la junta directiva del Consejo Comunitario La Playa Renaciente.
Esta relación única con el río Cauca es lo que ha mantenido a las gentes negras de La Playa Renaciente, aún en época de lluvias, cuando el río crece tanto que logra inundar varias casas que están al margen oriental del jarrillón. La inundación ocurre cada año durante una semana aproximadamente, pero ella no significa más de 60 centímetros de altura, pero sí pone a funcionar un complejo mecanismo de afrontamiento del poder del agua y de mitigación cultural del riesgo, pues todos los vecinos cooperan entre sí para evitar que se mojen los colchones, la ropa y los electrodomésticos, y se van a vivir durante una semana en los segundos pisos de las casas, o acampan sobre el jarrillón.
Además, la crecida del río arrastra nuevo material arenoso para la extracción y venta como insumo de construcción. Por otra parte, los niveles altos de agua significan mayor navegabilidad del río Cauca, lo que permite el transporte de una mayor cantidad de guadua, que se trae a flote, arrastrada por una balsa de motor.
Por lo tanto, el río en época de lluvias más que un problema es un beneficio, con lo cual la vida productiva de la comunidad se ha adaptado a la naturaleza. Los pescadores de bagre y bocachico, por su parte, obtienen más pescado durante el verano, lo que complementa el ciclo económico.
Con todo, los lazos de solidaridad que atan a esta comunidad han sido en parte hilados por el liderazgo social y humano de Marina Teresa Sánchez, que a su vez se ha servido de la entrega y compasión que orienta la labor religiosa. Hoy, La Playa Renaciente está a la espera que sean sus tierras reconocidas como tierras de comunidades negras y en efecto les sea titulado colectivamente como patrimonio de la cultura arenera, guaduera y negra de los caleños.
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Que maravilla volver a leer el tiempo sólo por este tipo de información, bien escrito y necesario!! Muchas Gracias Lucas 🙂
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Lucas en este artículo se nota tu conocimiento y capcidad para entrelazar aspectos raciales, econocmicos, de genero, y hasta religioso. Me gustó mucho el artículo
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Muy buena reportería y sensibilidad. Este tipo de historias son las que se extrañan en las primeras páginas de los diarios. Lo humano. Buenas fotogradfías, además. Buen trabajo!
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Don Lucaspena escribe como burlandose de las mujeres. Se dice mujer obispo, la obispo. Mujer lider o la lider
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No, señor iinstructor: http://www.fundeu.es/recomendaciones-O-obispa-mejor-que-mujer-obispo-644.html Es mejor decir obispa.
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no se dice lideresa sino mujer líder, no obispa sino mujer obispo.
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