El día en el que los honorables ciudadanos colombianos sean conscientes de la importancia de la verdadera política, y tomen cartas en los asuntos de su sociedad, ese día Colombia empezará a cambiar

 

Los seres humanos somos seres políticos y no debemos tenerle miedo a esta palabra. Desde la antigüedad, con Aristóteles como pionero, la palabra política se ha utilizado como un término de referencia para todo aquello que tiene que ver con las cosas de la polis (de politikós), es decir del Estado. Esto engloba todos los asuntos de un territorio delimitado imaginariamente en aquel momento en el que sus ciudadanos toman la decisión de tener un proyecto de comunidad. De esta forma, la política incluye al ciudadano, lo civil, lo común, así como lo sociable y lo social y, me atrevo a decir, con el objetivo último de vivir unidos lo más felices y tranquilos posibles. Un ciudadano político es aquel que ama su comunidad y construye su felicidad, a su vez contribuyendo a que sus semejantes sean aún más felices que él.

 

Desde los inicios mismos de la humanidad han existido varias formas del poder del hombre sobre el hombre, y buscando una definición clara y sencilla de poder me identifico con la del filósofo y nobel Bertrand Russell quién dice que el poder es “el conjunto de los medios que permiten conseguir los efectos deseados”. Un padre ejerce su poder para llevar por buen camino a su hijo y convertirlo en una persona mejor que él. El déspota ejerce su poder para castigar a aquellos que no actúan por el interés del patrón y el político ejerce su poder en el interés de quién es gobernado, es decir, en el interés de ayudar a construir la felicidad de aquella comunidad en la que nos pusimos de acuerdo para vivir (solamente en una forma correcta y pura de gobierno). Aquí aparece otro elemento de la cadena y es el Gobierno que, según el filósofo italiano Norberto Bobbio, se define como el conjunto de personas que ejercen el poder político y que determinan la orientación de una sociedad. Ahora bien, con estos conceptos claros, también me atrevo a decir que un politiquero es aquella persona que, en su relación con el Estado, piensa que cualquier tipo de poder es un medio para conseguir sus propios intereses eliminando los de su comunidad, y no importa si es gobernante o gobernado; el gobernante politiquero aspira y ejerce el poder para enriquecerse a cambio de la pobreza de los más necesitados y el ciudadano politiquero, por ejemplo, usa su poder económico para sobornar al policía y evitarse una multa por la infracción que cometió.

 

Por otro lado existe el apolítico, aquel ciudadano que no tiene interés por los asuntos políticos o  de su comunidad, o aquel ciudadano que simplemente piensa que esto no es importante ni es de su incumbencia. Este es quizás el más grande virus mental que debemos erradicar de nuestra sociedad ya que parte de una noción errada de la realidad y de la ignorancia. Aquel que no tiene interés en los asuntos políticos probablemente usa argumentos basados en que la política es corrupción (cuando esto hace parte de la politiquería) y dice que no hay forma de vencerla, por lo cuál debería o alojarse en una montaña como un ermitaño auto-abasteciéndose o hacer parte de un bando de verdaderos políticos que busquen el bien supremo de su sociedad y que combatan pacíficamente y con inteligencia a los politiqueros. Aquellos ciudadanos que creen que los asuntos políticos no son importantes ni de su incumbencia, basta con decirles que los gobernantes toman las decisiones más importantes que transforman sus vidas y las de sus familias; ellos pueden decidir si construyen un colegio con nuestro dinero para que nuestros hijos tengan educación y oportunidades o decidir si se roban nuestro dinero para comprar una mansión, como sucede a lo largo y ancho de Colombia sin protesta alguna.

 

Honorable ciudadano colombiano, si usted es un verdadero político únase con otros de igual convicción, y si usted es apolítico es momento de despertar del largo letargo y tomar la decisión de convertirse en un político, unirse a los anteriores y construir la sociedad que tanto sueña para usted y para sus hijos. La pobreza y la miseria de nuestro país no tolera más politiqueros de turno, ni familias politiqueras perpetuadas en el poder buscando sus propios intereses y decidiendo qué hacer con el rebaño de ovejas que hoy en día forman los 48 millones de colombianos. Esto es una cruzada ciudadana en contra de nuestro único enemigo que engloba todos nuestros males, la politiquería y la corrupción. Pregúntele al indignado de su lado y se dará cuenta que somos millones los colombianos que deseamos eliminar este germen de nuestra sociedad. Solo nos queda iniciar masivamente esta cruzada.

 

@FrankDelgadoB

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