“Ellos son la enfermedad de nuestro país, y a esta enfermedad le daremos muerte de una forma pacífica e inteligente”

 

Nuestro país es un cuerpo enfermo. En su piel podemos ver los efectos de la enfermedad: crisis económicas, violencia, desempleo, miseria y pobreza, y como con toda enfermedad, si el médico -que somos los ciudadanos- quiere erradicarla, primero debe identificar perfectamente la causa: el país tiene cáncer -se llama Corrupción– y está podrido en el interior de todas sus instituciones, en todas las ramas del poder público y en todos los niveles de gobierno, desde una Junta de Acción Comunal hasta Alcaldías, Gobernaciones y la Presidencia de la República. Y podemos ir incluso más al fondo de esta causa de nuestra enfermedad: 1) Las personas que ejercen el poder político en estas instituciones y el gobierno están moralmente podridas en su interior –a estos los llamaremos Politiqueros Corruptos– ya que su espíritu se mueve hacia la conquista del poder para tener privilegios y enriquecerse a partir de empobrecer aún más a aquellos necesitados; 2) Nosotros los ciudadanos, quienes tenemos el verdadero poder ya que somos quienes elegimos a los Politiqueros, también estamos podridos en nuestro interior –estos son los Ciudadanos Vendidos-, ya que nos prostituimos al mejor postor –quién más caro pague por nuestro voto- o nos dejamos carcomer por la indiferencia y el no hacer nada para salvar a los nuestros; esta clase de ciudadano es peor que los Politiqueros ya que al menos ellos roban a quienes no conocen ni les importa, mientras usted, Ciudadano Vendido, empobrece a su familia, a sus amigos, a su barrio, a gente que aprecia y ama. Todo esto hace parte de un círculo vicioso y virulento de putrefacción, y es una cuestión elemental y simple de causa-efecto.

Los colombianos presentamos el caso típico de aquellas sociedades en profunda decadencia, las cuales no pueden solucionar sus problemas debido a que confunden las causas con los efectos de su enfermedad. Somos un país que vive en la pobreza extrema y la miseria. Aquí nuestro pueblo no vive sino sobrevive como los animales en la jungla, que despiertan desesperados por conseguir un plato de arroz para el desayuno de sus hijos y luego pasan a la preocupación de conseguir el siguiente plato de arroz para sus almuerzos. El niño que vive en el campo o en un barrio de invasión y estudia en un colegio público es un niño privilegiado, ya que lo normal para él es conseguir oportunidades o bien sea dando su vida en una guerrilla, en el paramilitarismo, en una banda criminal, o dando su vida en el ejército, pero siempre tiene que ofrecer su vida a la suerte del destino para sobrevivir.

Es característico de la desvergüenza del Politiquero Corrupto atribuir a los desastres económicos, a la violencia, al contrabando, a la pobreza, al conflicto armado y a un sin número de elementos más, las causas del desastre de nuestra Nación. Esta mentira es obvia, ya que la clave del Politiquero Corrupto para sobrevivir, así como las enfermedades y los virus que corroen un cuerpo, es no dejarse identificar como las causas del problema. Ellos lo humillan a usted, montados en una tarima con vallenato, repartiendo neveras y tamales, haciéndoles firmar una promesa falsa de una casa, diciéndoles: “Es que no hay plata, es que solo alcanzó para eso, es que ahora de verdad les vamos a ayudar, es que si votan nuevamente por mí ahora sí les daremos casa, carro y beca”, pero jamás van a oír a ese Politiquero Corrupto confesar desde su tarima: “Hermanos, vengo a decirles la verdad. Yo, que soy un politiquero corrupto que trafica con su fe y sus esperanzas, soy la causa de todos sus males. Soy yo quién una vez elegido como su Concejal, su Congresista, su Alcalde, su Gobernador o su Presidente robaré su dinero, y a mí es a quién no se le da la gana de construirle la vía frente a su casa de lata y madera ya que con esa platica prefiero comprar mi mansión e ir a jugar tennis en Estados Unidos mientras ustedes se mueren de hambre. Y prepárense, porque a mí y a mi familia me tendrán como una garrapata carcomiéndolos durante varios gobiernos más, pues de aquí no me voy”. Esta es la cruda verdad, y si toda la vida ha tenido ese sentimiento de indignación frente a los politiqueros corruptos, sabe que es cierto lo que le digo.

¿Acaso este cáncer del Politiquero Corrupto debe ocasionar fatalmente la ruina de nuestro pueblo que lo sufre? Esto sería posible siempre y cuando esta enfermedad terminal testifique nuestra corrupción moral, nuestra cobardía, nuestra falta de carácter y nuestra condición de indignidad para hacernos llamar colombianos o, en caso de mi ciudad San José de Cúcuta, para hacernos llamar hijos del General Francisco de Paula Santander. Pero como esto no es verdad, el cáncer de los politiqueros corruptos que nos carcome deberá más bien unirnos e impulsarnos a un futuro de resurgimiento social y nacional para la lucha frontal y pacífica que busque erradicar esta enfermedad, basada también en el amor por nuestra tierra y nuestros hermanos, y en el trabajo ciudadano conjunto para construir un nuevo país libre, en el que no descansemos hasta que los más privilegiados ayudemos a las personas más vulnerables y necesitadas desde nuestra voluntad altruista y la libertad plena.

Adenda: Hoy recibo la triste noticia de que Sandra Arias, líder inquebrantable del barrio Nueva Ilusión de Cúcuta, tuvo un segundo atentado con arma de fuego en su casa y casi asesinan a su hija, ya que los Politiqueros Corruptos la quieren desplazar del barrio para poder manejar a su antojo la Junta de Acción Comunal. ¡Ellos son los enemigos del pueblo, y contra ellos debemos levantarnos ya! Sin ella no hubiésemos podido construir en su barrio este hermoso parque de la mano con la comunidad, con ínfimos recursos y sin pagar una sola cuota por corrupción:

 

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