Y ha llegado el momento de silenciar nuestras mentes atormentadas por tanto sufrimiento, por el miedo y el odio, por la mentira, para darle espacio al vivir desde el corazón y desde la fuerza más poderosa del mundo, el amor.
Te comprendo, hermano colombiano. Esta batalla llamada Vida no es como nos la prometieron y menos en nuestra tierra, el país del realismo mágico en donde aquel que nace en el campo está malditamente condenado a rifar su vida en las guerras de viejos ezquisofrénicos, y aquel que nace en la ciudad tiene que regalar su alma para conseguirle un plato de comida a su hijo. Aquí naces privilegiado si una mina antipersonal no te tumba en el recorrido de dos horas a pie a la escuela, o si las pesadillas y los recuerdos de las masacres no te desesperan en la madrugada.
Expresidente Uribe, sé que eres uno de los tantos millones de colombianos violentados por esta guerra. Por favor, expresa todo lo que sientes para salvarte en vida, ni siquiera es necesario que pidas piedad ni perdón; es una expresión contigo mismo para poder salvarte del infierno que estás viviendo. Sé perfectamente que tenías otro propósito: el no permitir que más niños colombianos tuvieran que enterrar a su padre asesinado por la guerra. Pero la vida te traicionó, y juraste no redimir tu alma hasta el que último guerrillero colombiano recibiera tu misma pena. Quisiste encontrar una manera de escapar del sufrimiento, pero elegiste el camino del cobarde, que se convirtió en el monstruo que hoy lucha por mantener escondidos sus pecados y que se ayuda del odio, la mentira, la homofobia y la división de un pueblo que ha derramado sangre para salvar su alma. Ya basta. La vida da nuevas oportunidades a quien las toma. Podrías redimirte en vida si ayudas a devolver las tierras a los millones de despojados, si resarces las madres que perdieron a sus hijos en manos de engaños del ejército, si haces ofrendas en los templos por todos aquellos violentados, sacrificados y asesinados por las acciones u omisiones del gobierno que lideraste y por las palabras que continuas vociferando. Ayuda a unir las familias que hoy dividiste con engaños y a devolverles la paz a todos aquellos a los que un día se la arrebataste.
Hermanos del Sí y del No: hemos sido crueles con nosotros mismos. Seguimos dormidos en vida, al dejarnos dividir y manipular desde el odio y la mentira. Los primeros caemos en el error de la violencia verbal y la estigmatización contra el No para justificar un anhelo de paz. Debemos entender que la mitad del país que votó tienen miedos profundos, entendibles, que pueden ser ciertos o no, justificados o no, pero lo más importante es entender que la única forma de convencer es con las palabras y actuaciones desde la paz y el amor en el día a día. Los del No demostramos como nos ganó la manipulación y el miedo por parte de personas sin ningún criterio moral, que ya confesaron haber utilizado estrategias para poder ganar, personas que sólo les importa ellos mismos, sus negocios de la guerra o sus ansias de poder. Nos ganó la mentira, el odio, la intolerancia y las ansias de venganza. Comprendo, mi amigo, que todos los cambios dan terror, pero para poder reconciliarnos como hermanos que somos de una misma patria debemos entender que la mitad del país que votó Sí lo quiere, quiere una oportunidad distinta a los últimos 60 años de guerra. A aquel 60% del país que no votó, les digo que somos quienes más daño le hacemos a nuestra sociedad; la asesinamos lentamente con nuestra indiferencia.
Hermano que has sido víctima de esta guerra absurda: hoy te quiero pedir perdón en nombre de todos los colombianos. Perdónanos por olvidarte, por pisotearte desde las cómodas ciudades, perdónanos por negarte la esperanza de tener un mañana sin fusiles y por negarte la oportunidad de pasar una noche sin miedo a que te asesinen. A las 8 millones de víctimas, aquellos que han sido desplazados, secuestrados, torturados, a tantas familias de aquellos asesinados, incluso a aquellos jóvenes guerrilleros reclutados desde niños que hoy anhelan una oportunidad, hoy les digo que se aferren a su fe más que nunca, porque el fin de la guerra ya está aquí y cuando más negra está la noche es cuando más cerca está del día. Ustedes son lo más importante para el futuro de nuestro país, por encima de cualquier expresidente politiquero y oportunista, por encima de cualquier persona que se violenta por un Sí o por un No cómodamente desde una red social en su casa. Ustedes son lo más importante para nosotros y hasta que el último compatriota victimizado no alcance la tranquilidad y felicidad plena, no descansaremos en esto que más que una lucha se ha convertido en un compromiso ineludible de las nuevas generaciones de Colombia.
Hermano colombiano, recuerda siempre lo que dijo Buddha: “La paz viene de adentro. No la busques afuera”
Con profundo amor por ti, y por esta tierra roja llamada Colombia, que no merece derramar más sangre.
Twitter: @FrankDelgadoB
www.facebook.com/InnovacionCiudadana