Recientemente, he encontrado esta frase y otras parecidas en muchos blogs, grupos y páginas de redes sociales, provenientes de personas que anhelan el reino feliz e imaginario de las princesas y buscan la perfección y la felicidad eterna de los cuentos de hadas a través de la delgadez extrema.

«Puerca puerca puercaa soy una cerdota», «Algunas veces quisiera vomitar y vomitar hasta morirme», «Me está matando, la comida es mi veneno y siento que estoy al borde de tener una sobredosis de veneno…» son solo algunos de los comentarios que se encuentran en estos espacios, donde se promulga una obsesión por los laxantes, el agua, la balanza y un gran desprecio hacia la comida.

No es para nada alentador leer este tipo de opiniones de jóvenes sumidos en una depresión aguda y cuya autoestima parece haberse quedado en un profundo sueño, como Blancanieves después de comer la manzana envenenada. Y si, una manzana, galletas, pan, dulces, chocolates o pizza forman parte del tormento de estas personas que han decidido optar como estilo de vida a la anorexia y la bulimia, conocidas también como «Ana» y «Mia».

Las princesas son ficticias, pero las anoréxicas y bulímicas son tan reales que podrían estar viviendo en un reino no tan lejano y cerca de su hogar, colegio o lugar de trabajo. Es fácil llegarlas a conocer a través de estos espacios virtuales donde comparten dietas, ayunos, consejos para vomitar y tips para ocultar su desorden alimenticio de su familia o amigos. De este modo, reafirman su «estilo de vida» a través de las opiniones de otros que también comparten esta posición y de fotografías de personas (famosas y no famosas) tan delgadas que asustan.

Es triste ver la desesperada búsqueda de apoyo y compañía de muchos que se refugiaron en Ana y Mia para superar sus inseguridades, y que realizaron sus blogs y grupos solo para sentirse acompañados en medio de una sociedad consumista y discriminadora con todos aquellos que no encajan en el absurdo estándar de belleza que ha sido impuesto en el mundo occidental.

La red es simplemente un espacio abierto que actúa como válvula de escape de aquellos que no pueden expresar sus sentimientos al no sentirse escuchados. Una respuesta a un blog o a un post de un grupo, es a veces todo lo que estas personas esperan. Es entonces cuando conviene pensar que la red es el reflejo de lo que los jóvenes piensan y no dicen por miedo a sus complejos y ataduras.

Algunos contemplarían la posibilidad de cerrar todos los sitios pro-anorexia y bulimia, pero la respuesta en este caso va más allá de una regulación que impida que sitios de esta y otras corrientes proliferen en la red. El problema es más profundo que una pantalla plana y merece más atención porque Ana y Mia encontraron su nicho en la red, pero eso no significa que eliminarlas de estos sitios vayan a desaparecerlas definitivamente del pensamiento de todos los que dicen ser sus amigos y sueñan con tener la menor cantidad de peso posible.

Angela Bohórquez

Corporación Colombia Digital