Hoy por hoy nos encontramos ante un «boom» de tecnología que no había viso el hombre en todo el desarrollo de su existencia y que se ha venido dando en los últimos 20 años, para no ir muy lejos.
Este estallido ha mostrado como cada vez más se rompe la barrera del tiempo en la duración de un producto y simplemente quedamos descontextualizados y obsoletos cada 6 meses (o menos) en virtud a toda la sobreoferta de juguetes tecnológicos bien sean computadores, Ipods, consolas de juegos y otros miles de productos más.
Lo que pretendo destacar acá es que cada uno de nosotros debe ser consciente del mundo que le rodea y a la par que disfruta de la tecnología puede determinar cuáles son sus necesidades reales. Es decir, de nada nos sirve tener lo último en tecnología si no se sabe cómo usarlo o para que puede servirle a nosotros o a la sociedad.
Personalmente considero que la tecnología es para serle útil a las personas pero si estamos constantemente en una «carrera de ratas» del consumismo no nos damos cuenta realmente de que es lo que estamos haciendo y simplemente vamos con la corriente sin importar si es o no necesario comprar.
Desde mi experiencia personal, puedo decir que tuve un Atari y duró como 4 años, eso sin contar el telebolito que quemó una TV pequeña que tenía (por supuesto el regaño no se hizo esperar. Luego de esto, pedí un computador IBM AT que sirvió cerca de 8 años en casa y no necesariamente, por tener ese dinosaurio dejamos de existir o de estar actualizados tecnológicamente.
Por el contrario, me permitió estar dentro del círculo de lo nuevo en TIC (en esa época no se llamaban así) y en la actualidad ando con un PC de «regular poder» que me permite desarrollar mi trabajo de la mejor manera sin desperdiciar recursos físicos, ni económicos.
Si bien es cierto que los más jóvenes (yo aún lo soy) andan en pro de tener lo último en todos los productos que salen al mercado, bueno y prudente será mirar que es lo que en verdad necesitamos, por aquello de los costos para que después no toque vender el aparatico por menos de la mitad por el dinero y salir de eso como sea.
La tecnología es un bien de consumo no de capital y como tal debe ser mirada y administrada, teniendo en cuenta los criterios de actualización pero sin dejarse llevar demasiado. Por poner un ejemplo, basta con darle un vistazo para ver como no han evolucionado el Office en versiones desde la 97 por ejemplo y sólo mucho después apareció una nueva, en el 2004, vigente hasta el día de hoy.
Todo esto nos lleva entonces a concluir que la tecnología es genial, fantástica si se quiere, a muchos nos gusta y nos seduce tener lo último en tecnología. Podemos acceder a eso pero teniendo en cuenta que no tiene sentido tener productos sólo por estar a la «última moda». Se puede convertir en un círculo vicioso, seguir y seguir adquiriendo tecnología que desaparece tan rápido como una deliciosa arepa en el desayuno.
Finalmente lo desechable de la tecnología debería tener un componente que no haga más basura en el planeta sino que todas sus partes sean totalmente reciclables, ahí si necesitamos generar estrategias para controlar esto y pensar en nuestras decisiones de compra ¿Acaso alguna vez se ha detenido a reflexionar en dónde terminan los aparatos que no funcionan o que nos dejaron de gustar?
Andrés Bejarano
Consultor Regional Caldas y Antioquia
Corporación Colombia Digital
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