Hoy en día mucho se habla de los múltiples beneficios que la tecnología nos brinda en diferentes aspectos de nuestra vida diaria. Por medio de dispositivos móviles como por ejemplo el BlackBerry, podemos estar informados y comunicados todo el tiempo y desde cualquier parte del mundo, si así lo deseamos. Pero esta semana, a través de la experiencia de una  amiga, entendí que la tecnología nos da un regalo que no tiene precio.
Mi amiga vive en Barranquilla y tiene una familia muy hermosa y unida, pero por cosas de la vida su papá tuvo que comenzar a viajar mucho. Ella me cuenta, que cada noche trataban de llegar todos a casa y cenar juntos, pero con la nueva rutina de su papá esto ya no era posible. Pero hallaron la forma de no interrumpir su tradición: encontraron en programas como Skype o Messenger sus mejores aliados. Hoy día cada noche que su papa está fuera de casa, se conectan y sin importar en qué ciudad o país esté, cenan viéndose el uno al otro.
Este es uno de los miles de casos en los cuales la tecnología nos une en tiempo real con nuestros seres queridos. Que me dicen de los noviazgos como el mío que se alimentan a distancia a través de la tecnología, una videollamada hace la diferencia entre no ver a la persona que amamos y poder compartir con ella aniversarios, cumpleaños y hasta casarse como han hecho muchos.
Recuerdo que mi mamá me contaba que en sus tiempos, debía esperar una carta una vez por mes, o caminar varias cuadras hasta la cabina de Telecom más cercana y rogar porque su amado estuviera en casa y poder hablar con él. De lo contrario regresaba  a casa triste y con la ilusión de poder intentarlo al día siguiente. Hoy por hoy, una llamada, un mensaje de texto y desde el 2008 en Colombia la videollamada desde nuestros celulares, con la llegada de la tecnología 3G, hacen la diferencia.
Aún así, para algunos tanta comunicación y facilidades tecnológicas no son una ventaja, por el contrario son un inconveniente, como para los usuarios europeos y estadounidenses quienes rechazaron la mayoría de teléfonos móviles con videollamada, con el argumento de que no siempre era prudente mostrar el lugar en el cual se encontraban o porque a muchas personas no les gustó mostrar su aspecto físico al momento de contestar las llamadas (1).
Igualmente hay quienes también argumentan que el uso de la  tecnología ha reemplazado espacios de integración familiar y hasta la forma en que nos comunicamos. Si tomamos nuevamente como ejemplo el BlackBerry, preferimos chatear, que tomarnos el trabajo de llamar y sencillamente hablar. Imagínense una reunión familiar que podría ser muy parecido a una escena donde los pequeños están pegados a los videojuegos en una habitación lejos de la sala donde está el conglomerado familiar, mientras tanto en  la sala se conversa amenamente con un bip de fondo que indica que alguien le está hablando por el celular, las miradas se dispersan y la complicidad del encuentro se pierde en medio de seres distraídos a quienes les es difícil concentrarse en la conversación. ¡Deberíamos desconectarnos de vez en cuando!
La tecnología nos facilita  mucho las cosas, nos acercan y hacen posible mantenernos unidos a los que queremos, pero a veces nos alejan si no se tiene cierto equilibrio entre la conexión virtual y la real. Tan solo no permitamos que nos invadan y que interrumpan momentos importantes, momentos que no tienen precio, que son únicos con los que más amamos y que merecen toda nuestra atención.
Referencia
1. http://tecno.elespectador.com/index.php/2008/01/30/llega-a-colombia-la-tecnologia-3g/
Imagen tomada de: www.gettyimages.com
Lucía Osorio
Asesora proyecto Educared Presencial
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