«¿Hoy es lunes?…Dios mío no puede ser, ¿a quién le digo o con quién hablo? Debo ser fuerte. Cuando esté en la ruta me haré el dormido, me sentaré solo y esperaré a que recojan a mis compañeros y cuando llegue bajaré sin saludar a nadie.
La clase de Sociales, me encanta… ¿Será que respondo? , el profesor está esperando mi respuesta. Esa respuesta me la sé, la estudié ¡No! mejor no, mejor me quedo callado.
Ya sonó el timbre para ir al descanso. Prefiero quedarme, no quiero que me vean ni que me molesten. Quiero jugar, pero soy  muy torpe.
Por fin se acabó. Mañana será un nuevo día.
Tengo que tomar una decisión, ¿será que les cuento a mis papás? No, ¡qué pena!, luego van a reclamar a la escuela y quedo mal ante todos. Voy a cerrar mi Facebook y en Twitter voy a crear una nueva identidad.»
Esta puede ser la historia de muchos jóvenes que son víctimas del   ‘Bullying’ o matoneo, una de las prácticas de  acoso escolar que trasciende más allá de las aulas de clases. No basta con que los adolescentes decidan apartarse, o no ir al recreo, ni jugar con sus compañeros; el acoso sigue en sus casas, pues los alcances de las herramientas tecnológicas y las redes sociales permiten al acosador hacer del  ‘bullying’  un oficio de tiempo completo que aprovechan para enviar mensajes hirientes, montajes bochornosos y dejar consecuencias en algunas ocasiones trágicas.
Hago un llamado a los padres de familia, ya que es necesario asumir la responsabilidad de proteger y no sobreproteger, de dar libertad, pero sin abandonar, de indagar sin ser fisgón y amar, pero a la vez educar.
No basta con suponer que Facebook es una pérdida de tiempo. Es necesario comprender que es una herramienta eficaz y divertida para los jóvenes, para expresar sus estados de ánimo, dar a conocer sus talentos, mostrar su felicidad, enamorarse, conocer gente y en el caso del matoneo, es el medio que no duerme para atormentar a los victimarios.
Muchos dicen que ser padre no es fácil y ser niño tampoco, aun cuando decides no ser lo que los otros quieren que seas. Es increíble que un joven se abstenga de responder que «el átomo es la partícula más pequeña de la materia», solo por temor a que sus compañeros se burlen, le peguen, lo matoneen.
El hábito de la comunicación se ha ido perdiendo y muchos hablamos al respecto como doctores y expertos en la materia, pero poco se hace por remediarlo. Este 28 de abril será el día del niño, cambiemos los juguetes por un diálogo, un regaño por un helado y escuchemos las historias más asombrosas de la cotidianidad de nuestros hijos y sus compañeros de escuela.
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* Imagen tomada de Getty Images



María Luisa Caicedo
Asesora educativa
Colombia Digital
@MaLuCaicedo