¿Ya sabe de qué estamos hablando? Seguramente la ha sentido mientras camina por la calle, en un trancón, en el cine y hasta en la sopa… después, el cosquilleo y la inevitable e inmediata reacción de la mano buscando en el bolsillo por el aparato que nunca timbró.
La primera vez dejó el sinsabor de muchas otras primeras veces. ¿Qué pasó?, ¿no entró la llamada?, ¿no la registró?, ¿me enloquecí? Cuando se repitió las dudas se reducían a una: ¿se me cruzaron los cables? Después se convirtió en una fiel, pero esporádica compañera, arbitraria, falta de pudor y con la extraña capacidad de sobresaltarnos cada vez que aparece.
La vibración fantasma es un fenómeno bien estudiado por los científicos del mundo y padecido por millones de usuarios de teléfonos celulares. Es uno de los ‘males del siglo XXI’, algunos la califican de síndrome, para otros es el efecto secundario de una terrible adicción al teléfono, aunque para la mayoría de nosotros es sencillamente un pequeño choque eléctrico que nos sorprende de vez en cuando y después echamos al olvido.
Lo que se conoce popularmente como la vibración fantasma corresponde a la sensación corporal del movimiento o el sonido del teléfono celular sin que este la haya producido. Los celulares, en condiciones normales, no deciden autónomamente empezar a vibrar, así que esta causa se puede descartar de entrada.
En primer lugar, se debe aclarar que esta falsa vibración sí es física, es decir, no ocurre únicamente en nuestra cabeza, sino que efectivamente nuestros nervios replican la respuesta que darían ante el movimiento o incluso el sonido del timbre, por lo que creemos que una llamada o un mensaje están entrando.
Tenemos que saber también que la vibración fantasma no es síntoma de una enfermedad muscular, nerviosa o mental, simplemente es una reacción física derivada de un hábito. Los neurólogos lo explican bajo el concepto de descarga corolaria, que sin letra de médico significa que el cerebro ha aprendido una serie de protocolos asociados, en este caso a la vibración del celular y ha guardado una memoria física de las reacciones, que eventualmente replica sin necesidad del estímulo externo.
¿Alguna vez en duermevela ha sentido que se cae de la cama y despierta de un salto? Esa es una situación similar a la vibración fantasma. El abismo responde a la necesidad del cerebro de verificar que las conexiones nerviosas de todo el cuerpo funcionan (o que no se está muerto). En el caso de la vibración, el cerebro repite la reacción automática construida a raíz del hábito.
Cierto tinte de adicción se deja ver detrás de la vibración fantasma, y es que si bien no es un síntoma directo el cuerpo sí aprende el hábito y este es el que el cerebro repite, entonces, a mayor cercanía entre el celular y el cuerpo, y mayor cantidad de llamadas y mensajes recibidos, mayor predisposición a sentir la falsa señal.
Así las cosas, los hombres sienten la vibración fantasma con mayor frecuencia que las mujeres simplemente porque ellos suelen cargar el celular en el bolsillo del pantalón y ellas entre la cartera.
Si se mira desde la perspectiva psicológica, aquella sensación venida de la nada se asocia con la hipótesis de la búsqueda, la cual señala que una persona predispuesta y expectante frente a la ocurrencia de ciertos hechos es probablemente la primera en vivirlos, e incluso es capaz de desarrollar cierta ansiedad que conlleva a una recreación del hecho.
Palabras más, quien recibe llamadas todo el tiempo (tiene el hábito) y espera una llamada en particular (un toque de ansiedad) podría vivir un episodio de vibración fantasma.
Algunos todavía se sorprenden, otros ya se acostumbraron a ella y hasta inventaron métodos para que los vecinos del transporte público no los miren extrañados al ver el rápido movimiento por contestar y la cara de decepción al no encontrar llamadas.
¿Quiere huir de la vibración fantasma? Cambie la configuración de la vibración. Con el tiempo (el hábito y la ansiedad) tal vez empezará a escuchar el timbre aun cuando el teléfono no suene. Al final, si todavía quiere escapar, la única salida será apagar el celular.

Adriana Molano Rojas
Comunicadora Social – Especialista en Gestión Cultural
Colombia Digital