Para quienes han tenido la oportunidad de estudiar en un conservatorio, así como para aquellos que son aficionados a algún instrumento musical, aprendiendo  y practicando «de oído», los aplicativos móviles nos caen de maravillas.  No importa el nivel de conocimiento (empírico o teórico) del interesado. La oferta de aplicativos es impresionante y las posibilidades de practicar de manera eficiente son cada vez mayores.
Tomando, por ejemplo, la guitarra (y un pariente de esta, el bajo) es sorprendente la variedad de oportunidades gratuitas o a bajo costo, que se encuentran en los almacenes («stores») móviles.
En la música intervienen la armonía, la melodía y el ritmo.  Miles de aplicativos («apps») están disponibles, por ejemplo, en el almacén de Apple para el desarrollo de destrezas en tales ámbitos.  Me ha llamado la atención que una empresa, Fonexis, de dos ucranianos (Dmitriy Pavlov y Vladimir Kovalev) han desarrollado apps para guitarristas y bajistas que son amigables, llenas de centenares de ejercicios de diversos niveles de dificultad.
En el caso del aprendizaje de acordes para guitarra, Fonexis desarrolló  un app estupendo. Se llama InChords y cuenta con 448 ejercicios de acordes que van de los más simples a los más complejos en términos de las tipologías de acordes. Los ejercicios alrededor de un acorde como la menor pueden realizarse en forma de arpegios (tonos sucesivos, utilizando el pulgar y los dedos  medio, anular y meñique) a la velocidad que el estudiante desee o tocando los tonos simultáneamente. Ello para la «familia» de acordes mayores y menores que tienen una inmensa variedad de posibilidades.  En la menor se incluyen  los llamados m6, m6,9, m7, m7-5, m7+5, m7,9, m7,13, m7+11… en varias posiciones dentro del mástil de la guitarra.
Fonexis tiene otros app de arpegios (con 224 ejercicios), de ejercicios de digitación (162 ejercicios), de armonía para blues y jazz;  para guitarra y bajo.
Hay un app llamado Songsterr.  A mí me gusta ese famoso son cubano, «Chan Chan», que inmortalizó Compae Segundo (fallecido a los noventa y pico, habiendo tocado y cantado hasta poco antes de su muerte). Pues bien, en Songsterr, además de centenares de piezas musicales conocidas, hay dos versiones de «Chan Chan»; una por el grupo de Compae Segundo y otra por el Buena Vista Social Club. En ambos casos, el practicante puede desplegar en la pantalla la tablatura (la imagen de las seis cuerdas con la indicación del traste), elegir  alguno de los instrumentos (bajo, guitarra nylon, acústica, percusión, eventualmente un instrumento de viento), la velocidad y  correr el riesgo de aprender.
¿Ritmos? Hay cualquier cantidad de apps. Bossa Nova (se llama tal cual) en el que se puede elegir la armonía y el tipo de ritmo dentro del género. Hay otro, espectacular, el iRealb, para cualquier instrumento, en el que se articulan ritmos y armonía alrededor de un determinado circuito que permite improvisar melodías.
Lo único malo de lo anterior: no contar con el tiempo suficiente para aprovechar la tecnología que, en el caso del aprendizaje musical, es una revolución.
Rafael Orduz
Director ejecutivo
Corporación Colombia Digital