Hasta hace poco, cuando escuchaba hablar de ciberacoso, lo primero en que pensaba era en chicos de colegio con un extraño deseo de lastimar a otros a través de redes sociales. Luego escuché el caso de de una joven canadiense que se suicidó aparentemente a causa del acoso que soportó durante años por parte de un desconocido. Este caso realmente me impactó, pero tengo que confesar que seguía siendo para mí un tema distante, que no tenía nada que ver con mi mundo.
Un día simplemente más en mi rutina, decidí publicar en mi «face» una fotografía donde ni siquiera aparecía yo o alguien más, era simplemente un momento, uno de esos muchos que desde hace varios años venía compartiendo de manera inadvertida y desprevenida a través de esta red social. Equivocadamente solemos pensar que si alguien es víctima de ciberacoso «es porque algo hizo», que quizá hace falta desnudarse o mostrar más de lo debido y que esto provoca el ataque.
No hizo falta que me desnudara, bastó con que una persona malintencionada le «diera significado» a la fotografía para que el acoso empezara a forjarse, empezaron a llegar de diferentes partes y mediante diferentes medios, estrategias de manipulación para que retirara la fotografía y es que esa es la estrategia del acosador, difamar, victimizarse, convencer a otros por cualquier medio para que apoyen su causa destructiva.
El ciberacoso no tiene edad, no necesita una excusa, no hace falta estar cerca para lastimar, no te pasa porque seas débil o porque tengas algún tipo de limitación o defecto físico, basta con que alguien se sienta amenazado por tu existencia, por tus actos o tus palabras.
Me paralicé, no sabía qué hacer o qué decir, solo sé que no hice nada que pudiese lastimar a otros, que no había manera de que mi fotografía pudiese lastimar a alguien, pero eso no era importante, presionaron y presionaron, mi familia se vio afectada, yo me vi afectada, aún no logro dimensionar las consecuencias del daño que causaron, aún no sé si lo logremos superarlo; pero elegí no callar, aunque siento temor por las consecuencias que pueda tener lo que estoy escribiendo, no me van a callar.
Lograron que cerrara mi cuenta en Facebook, posiblemente piensen que ganaron, creo que es mejor que así lo crean, poco a poco intento recupera mi tranquilidad, el aliento y mi voz. Mientras tanto escribo esto para que sepas que si estás siendo víctima de ciberacoso, no debes sentir vergüenza, no es tu culpa, cuéntale a alguien, el silencio solo le da poder a tu acosador.
*Imagen tomada de Getty Images
Lilian Rocio Castañeda Meza
Especialista en Entornos Virtuales de Aprendizaje