Nos rajamos y no hacemos nada. Sin embargo, la posibilidad de aprender está al alcance de la mano.

Ya todos sabemos que Colombia marcó unos de los más pobres resultados en las últimas pruebas PISA* y que fueron peores que los de la penúltima versión. Mientras que en países de la OECD**, la entidad que promueve las mencionadas pruebas, se presenta un profundo debate acerca del significado de perder algunos puestos en competencias en matemáticas, lectura y ciencias naturales, acá el asunto no pasó de algunos golpes de pecho, una que otra acusación y, por supuesto, ningún plan oficial para enfrentar la situación.

En Finlandia, por pasar del puesto 6º al 12º entre los países participantes en PISA, hubo gran revuelo. El Helsinky Times, uno de los diarios de mayor circulación en Finlandia, reclamaba revisión de los anticuados métodos y tecnologías***. En Estados Unidos cundía la alarma porque, se decía, el nivel había bajado tanto que se estaba al nivel de España, uno de los países europeos de peor desempeño.

¿Alguien recuerda, en Colombia, alguna propuesta, alguna voz de alarma, de parte de líderes políticos, gobernantes o de dirigentes empresariales?

Ya es lugar común afirmar que la calidad de la educación depende de la calidad de la formación de los maestros, no solo en el campo específico de las áreas de enseñanza sino en metodologías pedagógicas. Es claro que, mientras que en Finlandia o Corea del Sur estudiar en la universidad para convertirse en maestro es un honor que pueden tener los mejores estudiantes de la secundaria, será imposible para países como Colombia acercarse a altos estándares de calidad cuando tal opción profesional carece de atractivo para los más talentosos. Ni existen las exigencias ni el reconocimiento económico para atraer a los mejores a que dediquen sus vidas a enseñar.

Como no hay solución a la vista porque no hay interés nacional en enfrentar el reto de la calidad en la educación, las instituciones de educación secundaria y superior están arrojando al mercado centenares de miles de jóvenes con difíciles perspectivas laborales, incluyendo altas tasas de desempleo y subempleo.

En un mundo en el que las innovaciones en productos, servicios y procesos irrumpen a diario y se convierten rápidamente en obsoletas, es necesario adquirir nuevas competencias. Las tecnologías de la información (TI) facilitan que el proceso de adquirirlas no tenga que realizarse, necesariamente, en el sistema formal educativo. Algunos se refieren al “aprendizaje residencial”, como la posibilidad de aprender desde cualquier lugar, bastando la conexión a Internet y el dispositivo para entrar a la red.

Las posibilidades temáticas son inmensas. Desde todo tipo de “MOOCs” (los cursos en línea abiertos y gratuitos) ofrecidos por centenares de universidades de la mejor calidad, en múltiples idiomas (incluyendo español), en los más variados campos del saber, hasta los cursos ofrecidos por incontables organizaciones (gratis o no), incluyendo posibilidades que antes solo estaban al alcance de estudiantes de universidad.

Solo a manera de ejemplo, la alternativa de aprender a construir aplicativos para dispositivos móviles (teléfonos inteligentes y tabletas) está al alcance de cualquiera con mínimas bases educativas, que esté dispuesto al trabajo virtual y colaborativo. Está fresco aún el ejemplo de Thomas Suárez, el chico de 11 años nacido en un suburbio de Los Ángeles que, en el 2011, sin ser un genio, aprendió la forma de hacer “apps” para ser distribuidas (y vendidas) en la AppStore de Apple.

No es posible esperar a que haya una revolución educativa, quizás porque algunos de los actores se sienten cómodos en la mediocridad. Mientras tanto, tratándose de la vida laboral de los jóvenes y su futuro, quizás uno de los retos cruciales está en la capacidad de auto-aprender en los espacios virtuales. Depende de la disciplina, la dedicación y la creatividad; y de entender que el mundo está al alcance de la mano.

 

 

Rafael Orduz
Director Ejecutivo
Corporación Colombia Digital
*PISA (Program for Student Assessmnet, programa para evaluación de estudiantes, promovido por la OECD).
**OECD, Organización Económica para la Cooperación y el Desarrollo, que agrupa 27 países de alto ingreso.
***http://www.helsinkitimes.fi/finland/finland-news/domestic/8587-honour-student-finland-dropped-back-to-earth.html

Imagen tomada de Getty Images