El regreso del público a los estadios tenía la mirada puesta en la felicidad y nostalgia de volver a disfrutar de forma presencial un partido de fútbol, sin embargo, el protagonismo se lo terminó llevando un grupo de inadaptados que hace mucho tiempo deberían estar lejos de una cancha y que dejan en evidencia que son la peor contaminación que existe en este deporte.
Luego de los diferentes sucesos ocurridos en el estadio El Campin en la jornada de anoche, se ha decretado que parcialmente no volverán a abrir las puertas del mismo para la liga de fútbol profesional. Las imágenes son más que claras y dejan una muestra sensible sobre diferentes intentos de asesinato a miembros de hinchas rivales.
No existe una manera humana de defender este tipo de acciones, aún si se tiene la misma camiseta. La situación de anoche quedará mancha por los delitos y actos vandálicos que dejaron al partido en un segundo plano para demostrar una sola cosa: en Colombia no pueden mezclarse las barras bravas.
No es solamente en Colombia donde se han presentado hechos así, en diferentes países de Sudamérica siguen luchando en contra de la violencia de barras bravas y en algunos momentos hemos visto cómo en países europeos también sucede. Además, lugares como Argentina y Chile han dejado hace muchos años la participación de hinchadas visitantes en partidos locales. ¿Por que pensamos que en Colombia es diferente y que si tenemos cultura? Ayer quedó claro que no es así.
La junta extraordinaria que tendrá la Dimayor tendrá que resolver muchos temas pendientes entre los que se encuentra el tema de Nacional y Cortulua, además de definir la posición frente al enfrentamiento entre hinchas de Independiente Santa Fe y Atlético Nacional. Sin embargo, diferentes federaciones futbolísticas más experimentadas y organizadas nos demuestran cuál es la verdadera solución que debe tomarse en el fútbol colombiano, no más hinchada visitante en los estadios. Colombia debe aceptar su violenta y triste realidad.
Esta vez perdimos una oportunidad importante. La oportunidad de mostrar que se puede ver fútbol en paz; de dar ejemplo y de creer que después de la pandemia hay esperanza en las personas que quieren regresar a ver a sus equipos en paz.
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