Hace poco llegó a mi Facebook una pauta publicitaria de una charla magistral sobre “los 7 pasos para salir de la homosexualidad de la mano de Jesucristo”. Al leer eso, no sabía si reírme o quedar espantado por el enorme problema que esto planteaba, porque en pocas palabras decía que debíamos curar a la gente de esta enfermedad.

La homosexualidad no es una enfermedad. Yo no sé si es una condición natural de la persona o una decisión de vida que toma, o ambas, la verdad no lo sé; pero lo que si sé es que no es una enfermedad ni mucho menos una cosa antinatural.

Comprendo que por años muchas religiones han considerado la homosexualidad como un pecado y algo prohibido ante los ojos de Dios, lo que llevó a que muchas sociedades lo tacharán incluso de delito (como ocurrió con el sexo oral también), y que por esto nos cueste mucho como sociedad comprender que esto simplemente es un fenómeno normal.

Al decir normal, quiero decir que hay homosexuales y que no tiene nada de malo que los haya, pero algunos se afincan en decir que esto es antinatural, y ahí sí que comenten un error enorme, porque casi todo lo que el ser humano hace es antinatural: hoy volamos pero no tenemos alas, nos reproducimos sin sexo e incluso cocinamos la comida. Lo que deja a este torpe argumento, sin ninguna base de sustento.

Es como si una persona naciera en un hogar liberal y quisiera ser conservador, pero no de los conservadores de siempre, sino un conservador que tiene mucho de liberal. Tiene que ser muy difícil ser homosexual y darse cuenta que no se es ni hombre ni mujer, y que porque la sociedad no entiende eso, pero ellos si.

Más complejo es aún para los transexuales, que como plantea Ivan Coyote en su charla en TED, que ni siquiera saben a qué baño deben ir, porque nosotros los heterosexuales no sabemos comportarnos frente a ellos: si las mujeres ven a un transexual en el baño de las mujeres, se pueden sentir amenazadas y ni que decir si entran al baño de los hombres.

La homosexualidad es un género nuevo ante nuestros ojos, pero que ha estado en la historia de la humanidad tan arraigado, que las religiones y las leyes lo han prohibido por milenios; casi recordándonos la prostitución, que como dicen es el trabajo más antiguo del mundo.

Como humanidad tenemos que dar un paso de humildad enorme: comprender que la vida de cada persona es de cada persona, y que lo que cada uno de nosotros considere es la verdad absoluta solo aplica para nuestra vida y nuestras acciones, y no debemos imponérselas a los demás ni mucho menos juzgarlos desde esa óptica.

Yo soy heterosexual, amo y deseo profundamente a la mujer; mas tengo amigos gay y un transexual muy cercano a mi familia, y quizá eso me deja pensar con más soltura, porque al vivir la vida con ellos, fácilmente se comprende que son personas normales, pero con una definición clara de su rol de género; el problema es que nosotros aún pensamos como pensábamos antes, donde la gente solo podía ser de izquierda o de derecha, liberal o conservadora, y dimos el paso a crear nuevos partidos, nuevas ideologías, nuevas posiciones políticas; sin embargo, aún no hemos podido salir del binomio de hombre y mujer, porque es claro que nunca ha sido tan simple como eso, al punto que se debió definir por norma y en sagradas escrituras que solo hay hombre y mujer, y que ellos forman la familia.

La homosexualidad no es una enfermedad, es lo que es y punto. Enfermos aquellos que se quedan de manera obsesiva pensado que sólo puede haber hombre y mujer, en un mundo donde ya se demostró que un electrón puede estar en dos lugares al mismo tiempo, y donde la única verdad parece ser que no hay verdades absolutas.

Comprendo que todos nos aferramos a lo que creemos, pero esto ha costado guerras, pobreza, tiranías y abusos enormes, solo para imponer nuestras creencias sobre los demás; quizá algún día comprendamos que cada quién puede tener su creencia y vivirla plenamente sin imponérsela a los demás.

 

Nota al pie: llevo muchos años pensando este tipo sobre estos temas límites de nuestra humanidad. La homosexualidad, la prostitución, el transexualismo, la mentira, la religión, la democracia y nunca me había atrevido a escribirlo públicamente, pero mi Valentina me dio la fuerza para hacerlo, porque es fundamental que ella comprenda que cada quién puede creer en lo que quiera y no en lo que le digan que debe creer.

 

@consumiendo