El mundo se está radicalizando. Se mueve lentamente hacía a la derecha, devolviendo el péndulo de más de una década de gobiernos liberales. América Latina ha tenido mucho que ver en ese proceso, ante el fracaso de una izquierda demagoga, sin ideas, sin resultados y que cayó en la misma corrupción que decían abominar y luchar contra ella hasta la muerte.

Los ataques de ISIS hacen que la población europea clame por seguridad y por acciones radicales, porque ante el miedo, hasta las ideas liberales de libertad, fraternidad e igualdad se desdibujan, al pedir ejecutar sin juicio a todo aquel que siembre el terror, pese a que esas naciones no tienen pena de muerte.

Toda esta radicalización del mundo, el fin de los buenos precios de los commodities, el ascenso de un nuevo terrorismo, afecta completamente el escenario de los diálogos de paz que, por torpeza de las autodenominadas FARC, hoy no se firmarán.

Los gobiernos de derecha ascienden en el mundo, y sin duda Colombia no será la excepción en unos años. Si bien en España, algún tipo de outsiders lograron victorias interesantes, el clima del terror, las migraciones, el desempleo y el problema de la deuda, harán que se pida por una mano más dura para lograr cambios en el corto plazo.

Las izquierdas liberales del mundo, saber dar elocuentes discursos y gastar en subsidios para mantener a la población de ingresos bajos en un estado de bienestar aparente, pero cuando se acaban las arcas de los tesoros nacionales, se ve que esa mejora era cosmética y que los problemas de fondo se profundizaron, porque una buena parte de la población se acostumbró a vivir del Estado y no a trabajar por sus propios logros, ni mucho menos a pagar impuestos, para cubrir la deuda que se causó.

Hemos acostumbrado a la gente a exigir cambios y mejores condiciones de vida, pero sin que eso les cueste nada.

Es imposible hacer un gasto social eficiente sin financiación y que transforme poblaciones, porque mientras haya programas asistenciales que detenten poder estratégico, simplemente es conveniente mantener estas instituciones, como ocurre con la DEA, que es un enorme escollo para el fin de la lucha contra las drogas en todos los sentidos.

Por el motivo que sea, las autodenominadas FARC no han comprendido el panorama político mundial, y están dejando que la ventana del péndulo liberal en los gobiernos se agote. En pocos meses el mundo los volverá a ver como terroristas, el país como los culpables de haber hecho nuevamente un show sin sentido como en Tlaxcala o El Caguan y sus tropas como unos lideres avejentados que los mantienen en una lucha inocua.

En pocos días será nominado Trump como candidato republicano a la presidencia de los Estados Unidos, y tengan por seguro que este llamado proceso de paz será parte de la agenda electoral, y eso afectará seriamente la capacidad de negociación con Estados Unidos los términos del acuerdo de La Habana en cosas como extradición, cultivos ilícitos, narcotráfico e incluso crímenes de lesa humanidad. Situación que ya comienza a complicarse porque el mundo teme por los ataques terroristas y nuestro país comienza a desacatar fallos de cortes internacionales. Escenario que se puede complicar mucho, si ISIS ataca en Estados Unidos.

La visita de Kerry fue absolutamente inútil en este escenario. Las autodenominadas FARC jugaron tan mal sus cartas, que se tomaron la foto con un Secretario de Estado y no con el Presidente que simboliza el liberalismo moderno, y perdieron la oportunidad de firmar un acuerdo que hubiese sido apoyado por el mundo entero al ser bendecido por él.

Si los Estados Unidos comete el error de elegir a Donald Trump como Presidente, la ejecución de los Acuerdos de La Habana será muy complicada, porque ni habrá recursos ni apoyo político internacional para la jurisdicción de justicia transicional.

El gobierno de Santos con enorme tino de tiempos políticos, llevo a Santos a La Habana en el tiempo en que el Papa pasó, y logró que el mundo comprendiera y escuchará que se está jugando en Colombia, y se escogió la fecha para que la firma del acuerdo contará con la presencia del Presidente de los Estados Unidos, Premio Nobel de Paz, Demócrata y Negro, y estos insurgentes dejaron pasar la oportunidad, por la terquedad de defender sus negocios y posiblemente sacrificando su futuro legal por la falta de visión.

Las autodenominadas FARC deben entender que cometieron crímenes de lesa humanidad, y eso no tiene perdón en ninguna parte del mundo, y dejaron ir su mejor oportunidad de encontrar una salida para eso y se quedaron con una foto inútil.

La izquierda liberal se está retirando del poder, y el terror y la incertidumbre económica está redefiniendo los imaginarios mundiales, y este proceso de paz se quedará solo y sin apoyo global por la terquedad de la guerrilla y su miope visión del mundo.

@consumiendo

Nota al pie: siempre las he mencionado como “autodenominadas FARC”, y alguien me preguntó un día por qué lo hacía, y la respuesta es simple: Ellas no son las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, porque ni son revolucionarias, ni representan a Colombia, ni mucho menos son unas Fuerzas Armadas. Son un grupo de insurgentes que creen que las ideas se imponen con armas, nada más.