Es muy curioso cómo la gente se queja de que el país va mal, y se la pasan en conciertos y andando en Uber; yo sé que no todos son los que pueden hacer esto, porque ir un concierto vale mucha plata, pero esto deja ver una de dos cosas: o el país no está tan mal, o hay gente muy desconectada de la realidad.
¿Cuál es la verdad? Ambas. El país no va económicamente mal, y desafortunadamente hay gente muy desconectada de lo que está pasando en Colombia. A nivel económico, Colombia tiene hoy dos problemas complicados, la inflación y la caída del precio de petróleo, porque la primera le quita capacidad de compra a la gente y la segunda le quita capacidad de inversión al gobierno nacional.
Por el lado político, las cosas no van mejor. El tema del proceso de paz tiene al país divido en un debate complejo, y a la popularidad del Presidente por el suelo, y con una reforma tributaria bajo el brazo, que ni se atreve a presentar al Congreso; a esto se suma el escándalo de la policía, Isagen, Reficar, el Fenómeno de El Niño, la amenaza de apagón y otra cantidad de noticias, que van desde la aprobación del matrimonio gay, hasta la precampaña presidencial del Procurador.
Mientras todo esta pasa, y las mentes más lúcidas del país buscan soluciones, la mayoría de las personas están pensando a qué concierto ir, qué reality ver, escogiendo a qué estreno de cine irán, o a qué restaurante llevarán a la familia en estos días, porque la gente simplemente se cansó de todo lo que ocurre, y decidió seguir con su vida tranquila, haciendo los ajustes que deben hacer, cortando algunos gastos y decidiendo cómo hacen para pasarla bueno entre tanto relajo.
Sí, así es, la gente se cansó. El proceso de paz no se firmó, ahorramos luz y agua pero subieron las tarifas, los Uribistas hoy pelean por lo que ayer defendía, el ELN sigue atacando a la población, los jefes guerrilleros la siguen pasando bien en Cuba y los ministros siguen de ministros.
Entonces, los hogares optaron por la fácil: se fueron de concierto, y por alguna razón, cada vez la gente tiene más gatos. El gato es como el punto medio entre el pez y el perro: no hay que sacarlo, pero da cariño, y eso a la gente le funciona.
Cuando salgamos de los conciertos, los partidos de la selección, la rumba y todo el goce, nos vamos a dar cuenta que han pasado muchas cosas en el país, pero en el fondo todo seguirá igual; los acuerdos de paz siguen, la reforma tributaria se presentará, tendremos otros ministros y seguiremos hablando del reinado de belleza.
Por eso la gente ya ni ve noticias y prefiere jugar con el gato, porque es más fácil vivir en el país cotidiano y no en el noticioso o el político; al final, sí se firma la paz, deberemos pagar más impuestos, y si no se firma, también. Por eso el colombiano toma las cosas con calma, porque siempre hay una noticia escandalosa, un cartel que le hace daño a la gente, un político corrupto, un jugado lesionado o un desastre ambiental.
El gran problema es que ya somos tan insensibles a todo, que es muy difícil que se dé un cambio, y la gente seguirá en conciertos de talla internacional, mientras en el país se viven creando conciertos para delinquir. Ya ni siquiera hay que darle pan y circo al pueblo, porque se ha logrado incluso que el circo lo paguemos nosotros mismos. Esperemos que algo nos haga reaccionar pronto.