Diversos servicios en el mercado ofrecen un tratamiento VIP (Very Important Person) a algunos de sus clientes, debido a que ellos se han ganado un mejor servicio, por ser fieles y frecuentes; es decir, porque son buenos clientes y prefieren tratarlos mejor, para mantenerlos contentos y satisfechos. Sin embargo, esta no es la verdad.
Esto tiene implícito varios temas muy complejos. Si usted es un cliente VIP, no se sienta como tal, para esas marcas usted no es “Una Persona muy Importante”, simplemente es un cliente frecuente que es mejor retenerlo con un mejor servicio que el estándar, porque es rentable hacerlo.
Decir que hay gente VIP inmediatamente significa que el resto de los clientes son No VIP, o “Personas poco Importantes”, o menos importantes que los VIP y, por ende, les da un servicio menor, pese a que sabe que lo puede hacer mejor, e incluso ganarse la lealtad de esos clientes, que ven con envidia y algo de molestia, como los de “mejor familia” hacen menos fila, les dan licor en los aviones o los tratan personalmente en los bancos.
En el fondo el tema es simple: se trata mejor al que tiene plata, o destina mucha plata a mis servicios. Situación que se profundiza como uno de los enormes problemas de capitalismo, porque la gente puede comprar con su dinero un mejor servicio (bien sea porque tenga mucho o porque le da prioridad de gasto a ese tema), o incluso más derechos que los demás. Que esto pase en un banco o una aerolínea no es tan grave, como lo que ocurre con la medicina prepagada o los peajes de pago por descongestión, donde la persona que puede o quiere, paga de más y tiene más derechos que los otros, llevando a la democracia a ser un esquema de libre mercado, lo cual sin duda es fuertemente debatible.
Una cosa es tener más dinero, y otra cosa ser más importante que otro. Ninguno de estos servicios cree que usted sea una “Persona muy Importante” ni mucho menos, solo le interesa que usted pague más por sus servicios y sea leal a esa marca. Pero si esto se extrapola a servicios sociales, la cosa es compleja: ¿pagaría usted de más por ser mejor atendido en un servicio de urgencias y que no tenga que hacer fila?, ¿es justo que eso pase, si se considera que el acceso a la salud es un derecho universal?, ¿Por qué si un jubilado saca su platica del banco, la policía no lo acompaña hasta la casa, pero si usted hace un retiro grande, le ofrecen ese servicio gratis?
Este tipo de esquemas, lo que hacen es segregar más a la sociedad, que ya está profundamente fracturada.
Un buen debate se da en el transporte público, donde la gente puede tomar bus, buseta, colectivo, ejecutivo, Transmilenios, taxi o Uber, según sus necesidades y capacidad de pago, demostrando que la gente está dispuesta a pagar “3X” por la carrera de Uber, por el exceso de demanda que se presenta, dejando ver la importancia que le da a ese servicio de movilidad en ese momento. No obstante, esta es una decisión libre que solo se limita por la cantidad de plata que tenga la gente, y es una segmentación de servicio por precio, pero con claros servicios diferenciados, como puede ser una clase ejecutiva en un vuelo o una medicina prepagada. No suena justo, pero es válido que se pueda pagar más por un mejor servicio, porque por lo menos se asegura un servicio mínimo a los que no puedan pagar.
Otra cosa es que yo pueda pagar un peaje para entrar al centro de una ciudad, comprando un derecho social y colectivo, asumiendo un costo adicional, pese a que la norma indique que eso no es bueno que se haga y por eso se limita el flujo de carros de esta manera, causando que aquellos de menos ingresos, no puedan comprar ese beneficio. Eso es segregación de frente.
Entonces, no es que sean Personas Importantes, sino que pagan para que los traten como Personas Importantes.
Sobra decir, que es casi imposible definir qué sería realmente una “Very Important Person”; como el caso del Presidente de la República, que bloquea el tráfico para el paso de su caravana, y lo aceptamos a regañadientes porque comprendemos el tema de seguridad y de la complejidad de agenda que puede tener, y por eso se le da una prioridad de paso; pero, esto no aplica a los escoltas de los Banqueros y de ricos poderosos, que imponen su voluntad a la fuerza apropiándose de un derecho que no tienen.
Los que sí tienen todo el derecho son las ambulancias, a las que les damos el paso, sin pensar si llevan o no un enfermo; los bomberos, las patrullas de policía, e incluso los carros de la Defensa Civil y la Cruz Roja que, en un caso de urgencia, nadie duda que son VIP, porque de ellos depende la vida de alguien, y eso sí los hace personas sumamente importantes.
Todos somos importantes. Cada uno en su rol diario, ¿no es importante el conductor del bus, así maneje mal?, ¿el cocinero del restaurante que, si no llega a tiempo, el almuerzo no se sirve a la hora que es, y afecta el tiempo de muchos?, ¿el pensionado que saca la plata de su banco, y con eso paga el colegio de su nieto? Todos somos VIP, pero como no pagamos por serlo, nadie nos trata como tales.