Creemos que la moneda en el mundo es el dinero. Este error común se debe a que nos acostumbramos a medir las cosas con él y no por el verdadero precio que tiene: el tiempo.
La mayoría de las personas en el mundo trabajan para comprar productos que satisfagan sus necesidades, y la principal función del marketing es satisfacer las necesidades de las personas de la mejor manera; por diversas razones hemos medido nuestra efectividad por retornos de inversión, satisfacción del consumidor o utilidades de la compañía, pero la verdad es que en un mundo donde la moneda es el tiempo, y este es un recurso cada vez más escaso, debemos comenzar a preguntarnos: ¿cuánto tiempo le damos a nuestros consumidores?
El tiempo es dinero, y el dinero es tiempo: trabajamos para poder comprar y compramos para ganar tiempo. Un buen ejemplo de esto es pensar cuánto nos demoraríamos en hacer el almuerzo un día entre semana frente a la opción de pagar por un almuerzo hecho, bien sea en nuestra casa con alguien que nos ayude o en un restaurante; claramente vemos que hacer el almuerzo nos puede tomar cerca de una hora, hacer el mercado media hora, y los movimientos entre la casa y el punto de venta algunos minutos; así, hacer este proceso nos puede llevar cerca de dos horas de nuestro tiempo, el cual consideramos valioso, y seamos honestos, con el que sabemos que no podríamos hacer un plato de la calidad que esperamos. Por esto pagamos porque nos hagan todo lo que tenemos: para no hacerlo nosotros, porque no sabemos y porque perderíamos mucho tiempo.
Básicamente al comprar una cosa, compramos el tiempo de muchas personas que tuvieron que ver en su proceso. Hacer una revista como la que está leyendo tiene escritores, impresores, tinta, papel, energía, diseñadores y un sinfín de insumos que representan pequeños momentos de tiempo de muchas personas, que le ahorran a usted muchos minutos para tener un contenido innovador como el de esta publicación, que si usted intentará hacerlo, quizá le sería imposible.
Por eso viene la pregunta, ¿Cuánto tiempo le damos a nuestros consumidores?; quizá un ejemplo es más claro: ¿Cuánto tiempo cuesta un gaseosa?, más o menos un colombiano que gane un salario mínimo en Colombia debe trabajar 6 minutos para comprar un gaseosa de $1.500, y esa bebida se la toma en más o menos 5 minutos, lo que nos haría pensar que tiene que trabajar más tiempo que el requiere para consumirla, pero la verdad es que con su trabajo de 6 minutos, le ahorramos más de 10 minutos de su vida, que es el tiempo que se hubiera tomado para conseguir el agua y la fruta o el sobre de jugo para hacer una bebida similar; por eso cobrar $1.500 pesos por una gaseosa, es ahorrarle a esa persona que solo gana el mínimo cerca de $1.000 de su tiempo.
Un comprador con dinero sin tiempo es inútil. Evidentemente el ecommerce ha sabido hacer uso de estos conceptos como el caso de Netflix, donde se eliminó el tedioso camino de ir a alquilar una película y después tener que devolverla; las comidas rápidas no sólo ofrecen este valor, sino que lo hacen a un precio bajo con un producto que cumple la expectativa; el retail está viendo como el pretail trastoca su cotidianidad, debido a que las personas manejan mejor su tiempo.
El tiempo no es acumulable ni transferible, y quizá es el único activo que realmente se pierde para siempre, y por esto como personas nos molesta mucho perder tiempo en el tráfico, en los bancos, en las oficinas del gobierno e incluso en los mismos supermercados; por esto estamos dispuestos a comprar servicios como el fastpass en los parques de diversiones, y sin duda preferimos las prioridades de ser usuarios VIP de algún servicio: la mejor forma de sentirme especial, es que me atiendan rápido y bien.
Por esto, cada vez más el tiempo aportado al consumidor es una métrica que se vincula a los scorecard de marketing en todo el mundo, y los CMO le dan cada vez más importancia en visibilizarlo en su consumidor: yo le doy tiempo, es el valor agregado a reconocer.
El dinero no hace la felicidad; el dinero da libertad, y en ella esta la felicidad.
Por esto cada vez más debemos transformar segundos en momentos.