Mucho dice de nosotros que aún tengamos el mejor ministro de economía del continente, pero que ya no tengamos al mejor policía del mundo. Roso José Serrano, fue condecorado como el mejor policía del mundo; Óscar Naranjo al parecer también lo fue, y muchos directores de la policía han recibido notables reconocimientos en el mundo entero por su labor que, a diferencia de los cuerpos de policía del resto del mundo, va mucho más allá de contener el crimen organizado, teniendo estructuras deseables por más de un ejército del mundo.

Casi siempre tenemos a los mejores Ministros de Hacienda y Directores del Banco Central del continente por lo menos, como lo vimos de manera caricaturesca en la pasada campaña presidencial; pero desde hace años, ya no tenemos al mejor policía del mundo.

Es triste ver la historia reciente y pasada de la Policía Nacional de los Colombianos. Algunos autores, señalan que la policía entregó sus armas y se rindió al pueblo el 9 de abril de 1948, y que desde ahí muchos le perdieron el respeto y seguramente la clase política le perdió mucha confianza; mas en los últimos años hemos visto un declive importante en la institución, al punto que es posible que hayan cambiado la escena del crimen de un grafitero y hayan tenido una red de prostitución dentro de la institución.

Continuamente se ven policías activos capturados por vínculos con narcotráfico y delincuencia común, y son muchos los ciudadanos que continuamente hablan de la corrupción en las multas de tránsito. El General Palomino, llegó a ser uno de los personajes más curiosos de La Luciérnaga, por su supuesta alegría y desconocimiento de las noticias, dejando ver que la imagen de la institución caía al punto de ser una caricatura para el común de la gente; a tal punto que menos de la mitad de los colombianos confían en la institución.

¿Qué le pasó a la policía?, ¿la corrompió la guerra, el narcotráfico, la desidia gubernamental, el continuo irrespeto por las más simples normas de los colombianos? Quizá todo esto y más; son funcionarios mal pagados por lo que hacen, pero no tan mal pagados al compararlos con otros funcionarios públicos.

Muchos de sus logros para el colombiano del común son desconocidos, porque se los achacan a las FFAA debido a que el triunfo en la guerra es su misión, y la de la policía es algo menos espectacular, olvidándonos de la lucha antinarcóticos, el GAULA, inclusive su destacamento de aviación, que lucha día a día contra diversas formas de terrorismo.

La policía pasa por un muy mal momento, que puede ser causado por estar infiltrado por las tentaciones propias del conflicto, la lucha de poderes, el dinero, la ambición y las complejas luchas en que están metidos; mas es esta fuerza la que debe manejar el postconflicto, y por eso el tema es tan preocupante.

Cuando se firme la paz con las guerrillas, ya no habrá un “enemigo interno”, sino crimen organizado, y será la policía la encargada de acabar con estas redes de narcotráfico, trata de blancas, extorsión, contrabando y demás delitos internacionales que nos aquejan por años; y en este momento nuestra institución está muy débil, y no por presupuesto, sino por la moral de sus hombres y desconfianza de la ciudadanía.

Quizá, al llegar al posconflicto, la veremos más activa, brillando como en el pasado y dando la talla a los problemas de la nación, pero hoy están muy lejos de eso, y es urgente que se tomen medidas contundentes para devolvernos la policía de los colombianos.

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