La opinión pública ha hablado: el 71,5% de los venezolanos desaprueba la labor de Nicolás Maduro, y el 72% no aprueba la de Juan Manuel Santos. Es increíble cómo ambos gobernantes tengan cifras tan negativas, en entornos tan diferentes.
La baja popularidad de Maduro tiene su origen en la crisis económica que vive el vecino país, con hiperinflación, devaluaciones continuas, escases de productos y regulación de bienes y comercio, debido a la destrucción del aparato productivo del país en los últimos 20 años, y a la caída del precio de petróleo, producto que se definió como eje estratégico de la revolución bolivariana, lo que se suma a una corrupción rampante y un ascenso de hechos de violencia en el vecino país. Ya se habla de firmas para la revocatoria, y el ascenso de la oposición en la Asamblea Nacional, se presenta como el primer paso de la salida de ese régimen de gobierno. Para muchos, el socialismo del siglo XXI fracasó.
En Colombia las cosas son diferentes. La economía crece bien, pese a una inflación ligeramente alta y una devaluación moderada ante el cambio de los precios del petróleo, pero con una fuerte incertidumbre por el proceso de paz. A lo que se suman sendos escándalos de corrupción como Reficar y la red de prostitución en la Policía, la impopular venta de Isagen y los atentados terroristas de ELN.
Los casos no son comparables, ya que en el primero el gran problema es económico y en el segundo el tema es político; mas en ambos casos el escenario de gobernabilidad es muy complejo, porque no contar con el apoyo de 7 de cada 10 personas, es muy delicado.
Es posible que parte de su impopularidad provenga de la caída de los precios del petróleo, porque desde agosto de 2014, se nota el cambio de tendencia en la popularidad de Santos según las cifras del Gallup Poll, pero también fue casi en el mismo tiempo en que se puso la fecha de firma del proceso de paz con la guerrilla.
Las cifras dejan ver que los procesos de paz son políticamente tóxicos para el que los toque. Pastrana llegó a un nivel de impopularidad de 74%, pese a que en ese momento ya se había recuperado el ritmo de la economía y las relaciones internacionales averiadas en el gobierno Samper; Santos está en su punto más bajo de apoyo popular, dato que ni siquiera alcanzó en el paro agrario que afectó a todo el país.
Se sabía que los meses de mayo y abril serían muy difíciles para el gobierno, pero es muy posible que el no haber firmado el acuerdo de paz, sea uno de los puntos fundamentales de la pérdida del apoyo popular, debido a que la gente no votó por él para Presidente, sino que votó por la firma del acuerdo de paz, la cual cada vez se ve más difusa y lejana, y lo que queda en la memoria de las personas es un grupo de guerrilleros en La Habana tomando el sol y asistiendo a conciertos.
Es muy posible que las firmas de revocatoria contra Maduro permitan su salida democrática, o bien que lo lleve a renunciar para salir como un mártir y no como un presidente echado, pero en Colombia el panorama es diferente, porque nadie habla de tumbar al presidente o pedir su salida, porque se sabe que las cosas no están tan mal y el gran problema es el tema de la paz.
Mientras el petróleo siga con precios bajos, la popularidad de los presidentes latinoamericanos está en riesgo, porque se apoyaron en la temporada del buen precio del crudo para hacer gobiernos populistas, y al perder la “gasolina” de esos procesos, se quedaron con unas economías que no eran tan maravillosas como decían y al bajar al agua a todos se les vieron “los calzones”, que dejaron ver enormes problemas en sus países: corrupción, desgreño estatal, politiquería.
A Santos le quedan poco más de 2 años de gobierno para firmar la paz, pero cada día pierde más apoyo popular al proceso y a su mandato. Necesita que la inflación se calme, que la devaluación se modere, que se cree más empleo y que la gente sienta que las cosas van mejor, pero por más que los indicadores económicos dan señales de buen comportamiento, no hay forma de volver a un tipo de cambio de dos mil pesos por dólar y, eso hará que la gente diga que las cosas estuvieron mejor.
Santos se la jugó por la paz, y el precio del petróleo le hizo una mala pasada. Ahora debe recuperar ese 30% de apoyo popular que ha perdido o de lo contrario la paz no llegará a Colombia.