Hacemos una fiesta de cumpleaños y compramos bombas, cintas, pendones, inflables, velas, gafas, corbatas, sombreros y una cantidad de cosas increíbles, que se suman a los papeles regalos y las invitaciones; hacemos una fiesta de cumpleaños y lo que hacemos es basura.
Basura es al final esas cosas que ya no usamos, así estén en buen estado pero las ponemos en la caneca, con la enorme ironía, que por esta ahí ya las consideramos sucias, sin que lo estén.
Recuerdo bien un capítulo de Futurama, donde Fry, le enseña a la gente a hacer basura, botando las cosas del escritorio al piso, como dejando ver que por el simple hecho que algo toca el suelo, se ensucia y es inservible para el consumo humano desde ese momento. El capítulo se refiere a una bola de basura que va a acabar el mundo, y que fue lanzada en nuestra época, porque no sabíamos qué hacer con tanta basura.
La basura inútil no es el gran problema ambiental que tenemos, son los productos basura que usamos continuamente. No existe razón para gastar todo lo que gastamos en papel, cartón, caucho, gomas, madera y cera en una celebración, solo por el hecho de adornar un momento que dura unas horas, pese a que en las fotos dure mucho más y quizá en nuestra memoria.
La sociedad debe repensar este tipo de costumbres, porque son generadoras de actitudes equivocadas y de percepciones erróneas sobre lo que es una celebración, un producto y un recuerdo. Son miles las velas que se botan a la basura a medio usar, miles de pliegos de papel regalo que solo sirvieron para esconder una sorpresa, que se habría logrado de otras muchas maneras.
Debemos redefinir todo esto, porque no solo estamos perdiendo plata de manera absurda, sino que estamos creando miles de toneladas de basura por el simple hecho de cumplir años. El problema no está en la industria, porque esta existe porque hay demanda, y mientras sigamos pensando que debemos empacar regalos, poner pendones y sonar pitos para celebrar algo, el mundo seguirá haciendo productos basura, esos que solo se usan unas horas y se van a la caneca, sin importar o no que se puedan seguir usando, ni mucho menos sin son reciclables.
Hay productos basura porque hay compradores de productos basura, consumidores de productos basura, y la basura se llenará cada día más de ellos. Acá tenemos una enorme responsabilidad, y nuestra única alternativa real, es cambiar, ante que solucionar el problema que causa esa basura, en producción y disposición, sea mucho más costoso para todos que el mismo valor de la comida.
¿Cómo hacerlo? La respuesta puede ser tan simple como alquilar cosas de fiesta, pedirle a la industria de juguetes que haga cajas oscuras o de colores, donde el niño no sepa que se le está regalando, e incluso pensar en dejar atrás la tradición de soplar las velas, que es algo tradicional y lleno más de mitologías y agüeros.
Siempre habrá una excusa para no hacer las cosas, y siempre habrá una forma de hacerlas si nos damos cuenta que debemos cambiar. Depende de nosotros.