El problema de intentar hacer algo nuevo en Colombia, es que hay tantas leyes, que es imposible proponer algo nuevo, y Uber ha sido víctima de este proceso. Básicamente no puede funcionar en el país porque las leyes de transporte público están bajo el marco de tantas leyes y decretos, que lo hace inamovible, causando una zona de confort de hecho.

Es curioso que las normas sobre movilidad en el país sean rígidas, inamovibles, y que la única forma de meter un nuevo modelo de transporte sea cambiando la totalidad del sistema. La idea no es compleja, es simplemente que exista el permiso que carros particulares, registrados en una plataforma, puedan prestar servicio a otros particulares, sin afectar de ninguna manera las demás formas de transporte en la ciudad.

No obstante, las normas no permiten esto, porque se ha declarado el transporte como un servicio público y por ende debe ser regulado, y en el mismo sentido, debería ser responsabilidad del estado responder por las fallas del sistema, pero como no es claro qué le corresponde a la autoridad municipal y qué a la nacional, nadie asume la responsabilidad, aunque sí se abrogan el derecho de poner normas.

Uber le mostró al sistema todos sus defectos. La gente sí está dispuesta a pagar de más por un buen servicio, los taxis tienen un problema enorme de credibilidad ante la población y con los actos vandálicos que se han creado, el tema se ha vuelto mucho más complejo, y la regulación de tarifas en el país está completamente mal construida.

A esto se suma el problema del cupo de los taxis, que es una enorme inversión de los taxistas, estamos cooptados por leyes obtusas y una población de personas que tienen una inversión que podría desaparecer: “Hagamos cuentas simples. Si hay 50.000 taxistas en Bogotá (que pueden ser más), eso significa que el valor comercial de los cupos puede ser de $5 billones de pesos, pero el valor legal no supera los $25.000 mil millones; al tener un activo de papel que vale comercialmente 200 veces más que su valor legal, es claro que crearon un monstruo y lo dejaron crecer a niveles insospechados, y eso hace que Uber no pueda operar en Bogotá”, tomado de mi blog El problema de Uber, es el famoso cupo de los Taxis.

Así, Uber está jodido. Tendría que cambiar casi toda la ley de transporte público para funcionar, lo que en verdad significa que no se puede crear nada que no esté el marco de la leyes definidas antes de los avances tecnológicos y de mercado, anclando al país al subdesarrollo por mandato legal.

El ejemplo de Uber será la base de lo que pasará en el futuro con Arbnb y las redes sociales, porque nuestras leyes son tan explicitas que no dan margen a la innovación y al desarrollo, porque en muchos casos se hacen a la medida de grupos de interés que solo quieren mantener su status quo y por ende nos condenan a su zona de confort.

¿Qué hacer? Mover una ley que cambie todo. Que libere la tarifa de los fletes de transporte, que los conductores tengan prestaciones sociales, que permita que los taxis puedan tener plataformas donde se pueda subastar el precio del servicio, que llegue Uber, que pueda haber helipuertos en las ciudades para los que quieran pagar por el servicio. El tema no es solo de transporte personal, el tema es muy profundo, y esta situación nos mostró que puede más el poder de los grupos que tienen hoy el control de la situación, que la población que merece mejores servicios. Unamos y cambiemos el transporte público en Colombia, o de lo contrario unos seguirán cómodos recibiendo nuestro dinero, explotando conductores y que sigamos moviéndonos de la misma manera, mientras el mundo se burla de nosotros. Ya pasó con los trenes, los puertos, las carreteras y seguramente nos pasará con el servicio público individual, y al final nos acostumbramos a las cosas.

 

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