El mundo anda en la búsqueda continua de la felicidad, y no ha comprendido que el problema está en que ha confundido felicidad con diversión.
La diversión es un momento maravilloso donde nuestro cuerpo se ríe de diversas situaciones, liberando en el cuerpo y la mente una serie de sensaciones increíbles, que relajan nuestro cuerpo, y en muchas ocasiones nos hace confundir ese éxtasis inclusive con el amor.
El divertimento es necesario, y quizá es parte de la felicidad, pero no es la felicidad misma. La felicidad no es reír a carcajadas, porque si así lo fuese y estuviésemos todo el día riendo, obviamente esto ya sería tan cotidiano que dejaría de satisfacernos. La risa es como los orgasmos, cuando ocurren son maravillosos, pero si fuesen continuos perderían su magia.
La felicidad por el contrario es un estado de vida, que tiene que ver más con la tranquilidad que con la alegría. Muchas mentes brillantes se han dedicado a escribir y a estudiarla, llegando a un punto común, que se puede resumir en que la felicidad es un estado al que llega una persona, al alcanzar un estilo de vida que mantenga pleno. Esto no significa que no habrá tristezas ni problemas que dañen esta plenitud, pero sí que en caso que estos ocurran, será fácilmente superados, por la necesidad de volver a esta plenitud.
Por esto debemos dejar de buscar la felicidad en la alegría, en la risa, en la diversión, y encontrarla en lo cotidiano, en las cosas que nos hacen la vida fácil, que nos permiten vivir en calma en un mundo convulsionado.