“Que en un país de 48 millones una sola persona sea Fiscal General de la Nación, Superministro, Ministro de Presidencia, Ministro de Justicia, Ministro del Interior, Embajador, Superintendente Delegado para instituciones financieras, Superintendente Bancario, funcionario de la Superintendencia de Sociedades, Miembro de la Junta Directiva del Banco de la República, Candidato a la Alcaldía de Bogotá, abogado, árbitro y demás, no sé si habla bien de la persona o muy mal del país”.
Esta fue una fuerte y reveladora opinión de una amiga, que me impactó de manera profunda y que sumada a las palabras de Cecilia López hoy en El Tiempo, dejan un silencio aturdidor en la mente: “Sin embargo, en una publicación reciente de El Nuevo Siglo apareció una imagen reveladora: Gaviria y sus alfiles como protagonistas de la paz. En primer lugar, Humberto de la Calle, muy hábil jefe negociador y figura prominente del proceso de paz. Rafael Pardo, ministro del Posconflicto y el único que parece tener recursos, obviamente de la cooperación internacional. Simón Gaviria, quien, para ser justos, ha sorprendido con su desempeño en Planeación Nacional, y además muy comprometido con Santos. Y en la lista les siguen otros que también fueron su kínder hace más de dos décadas: Manuel José Cepeda, Fabio Villegas, Ricardo Santamaría, Camilo Granada, quienes, dentro del Gobierno, en posiciones claves en el tema de paz o liderando esta campaña con los empresarios, son el equipo gavirista para el sí al plebiscito. En síntesis, la paz en Colombia tiene una avanzada neoliberal, entre otras cosas, bastante misógina, ni una mujer. Lo que debemos preguntarnos los colombianos es si queremos una paz neoliberal con los principios de este equipo, que desde el 90 ha manejado la política económica y social de Colombia.”
El problema no es Néstor Humberto Martínez, sino que en un país de muchos, nos gobiernan pocos. Ante esto y más allá del problema de la falta de equidad, espacios de oportunidad, concentración de poder, aristocracia rancia, abolengo y demás cosas que se puedan decir, queda un profundo silencio cuando uno se pregunta, si el país sigue con los mismos problemas, por qué seguimos dejando que los que no han podido solucionarlos sigan ahí.
Desafortunadamente la mejor respuesta es que ellos son de lo mejor que tenemos en nuestra clase política, que se ha deteriorado a tal punto, que solo es político aquel que busca el poder para enriquecerse de manera enfermiza y apoyarse en una popularidad mediática, que mantiene a la “democracia” como una puerta giratoria de estos personajes, que siguen manejando el país desde hace más de 30 años, y los seguimos aplaudiendo cada vez que son nombrados.
Los medios proclaman las largas y encumbradas hojas de vida de estos políticos, con muchos cargos en diferentes niveles del gobierno, pero sin nombrar ni sus ejecutorias ni mucho menos sus pecados, desaciertos, errores, peculados, omisiones y desfalcos que han cometido. El actual Ministro de Hacienda ha sido ministro 4 veces, y el mismo Presidente de la República fue ministro de 3 gobiernos anteriores, mostrando la continuidad de estas personas en el poder, el mismo tiempo que la duración de muchos problemas.
Tenemos que abrir los ojos, porque la política no es como las películas, que el actor no es mejor si ha estado en más películas, sino por cuáles premios ha recibido y cuánto ha producido para la industria. Lo triste es que nuestra película es la misma hace tiempo, pero cada vez más se parece a una secuela continua de los mismos actores.