Andrés Pastrana no apoya este proceso de paz. Esto pone en duda todo el discurso y causa una enorme confusión y desconfianza en la gente, porque no hay explicación para que un expresidente que dio todo por esa misma paz, ahora sea su férreo opositor.

La oposición ha llevado al gobierno a todas las batallas que han querido: “No hay un discurso de género en este gobierno”, que es muy parecido a “el tal paro no existe”, y lograr que el Presidente caiga en el mismo error dos veces, es una habilidad increíble de la oposición.

Es claro que Uribe es un comunicador increíble y que tiene una red de seguidores que multiplican sus mensajes de manera contundente. Más allá del pésimo discurso de Paloma Valencia, que termino siendo el blanco de muchas burlas, es evidente que la oposición habla mucho mejor que el gobierno.

Este gobierno no sabe de mercadeo ni de comunicación. No ha comprendido que las personas le creen más a las malas noticias que a las buenas, porque sabemos que creer en cosas malas nos protege y creer en cosas buenas, al final es inútil. La iglesia por años usó ese método, diciéndonos que si no actuábamos de cierta manera, seríamos condenados al infierno, que es más o menos decir que “este gobierno le regaló el país a las FARC”.

La comunicación es fundamental en el proceso que está viviendo Colombia, porque se va a poner en juego de las mayorías una decisión trascendental, y la oposición ha comprendido que no dejará pasar semejante oportunidad, y ha transformado el plebiscito, en un referendo revocatorio del presidente paso por paso.

Primero, han logrado meter la idea que el acuerdo es malo para el país, porque no acaba con el narcotráfico, los jefes no irán a la cárcel y podrán ser elegidos.

Segundo, convencieron a Pastrana que públicamente dijera que no estaba de acuerdo con el proceso de paz, y por más que ha intentado salir a decir que no está en contra, sino que tiene dudas, ya causó un golpe de opinión impresionante.

Tercero, han logrado convertir toda salida ligera del Presidente en una noticia nacional, mostrado sus errores de comunicación como ineptitudes del gobierno: el tema del paro agrario, el camionero, los taxis o Uber.

Cuarto, han logrado convertir todo el entorno contra el Presidente como errores personales de él, como en el caso del fallo por los aranceles en Panamá, la pérdida de mar territorial, la venta de Isagen o la corrupción de Reficar.

Con esto han causado que el colombiano promedio, dude fuertemente en las capacidades del presidente y en que cada cosa que haga, se le encuentre un error y destrocen sus ejecutorias. Si bien, esto es usar el mercadeo, la comunicación, las redes sociales y el voz a voz de manera negativa, es una herramienta válida, así sea poco ética.

Este tipo de ejercicio, ese que no se enfoca en decir las cosas buenas de un producto, sus atributos o beneficios, sino en señalar todos los defectos de la competencia, sus errores, debilidades y lograr que nadie mire los problemas de la situación, la mejor propuesta del mercado y todas las deficiencias de la competencia, es un ejercicio propio de quienes no tienen una propuesta clara y contundente para el mercado, y optan por destruir la propuesta de valor del otro. Esto no es mercadeo, pero es brutalmente efectivo.

Por eso, las encuestas sobre el plebiscito por la paz, se confunden con un referendo revocatorio del Presidente, porque la gente no solo va a salir a votar si está a favor o en contra de la paz, sino que va a salir a votar en contra el presidente.

Ante esta arremetida, el gobierno se queda en pequeños comunicados y entrevistas, esperando que al firmarse el acuerdo, puedan comunicarlo en su integridad y convencer a los colombianos de la necesidad de votar por este acuerdo, con el enorme problema que han sobrevendido la promesa, porque dicen que la firma del acuerdo nos traerá la paz, cuando en verdad, lo que hará será desmovilizar el concepto de “guerrilla” en Colombia, eliminado el riesgo que un actor armado beligerante y político se tome el país por las armas, lo cual sería uno de los logros políticos más grandes de la historia nacional; pero seguirá el narcotráfico, la delincuencia, la violencia, las extorsiones y otros delitos, ya no con el nombre de las FARC, sino de delincuentes comunes, lo que en el fondo significa que no votaremos por la paz, sino por el fin de las FARC armadas.

Entonces, mientras el gobierno le dice al país que vote por la paz, la oposición ataca al gobierno de frente, sin tapujos ni escrúpulos; haciendo uso hasta de la mentira y las falsedades para acabar con su imagen, en un escenario donde la gente no sabe porque tiene que ir a votar.

Más aún, se preguntan si el presidente podía firmar ese acuerdo él solo, por qué lo lleva a las urnas, dejando en el ambiente la sensación de una extraña “lavada de manos el mandatario”, como si dijese que “ustedes son los que decidieron en las urnas que este acuerdo es válido”, delegando la responsabilidad en las personas del común. Esas mismas personas, que aún no saben porque Pastrana no apoya esta paz.

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