Se fue don Álvaro Castaño Castillo. Ya se había ido su esposa, Gloria Valencia de Castaño y poco después la HJCK dejó de funcionar por radio, quedando en la red, a la merced del olvido.
La inmensa minoría desconocíamos que existíamos, hasta que ellos nos hicieron darnos cuenta lo importante que era saber que ahí estábamos y que debíamos contagiar a más personas. Comenzó con algo de música clásica, poesía, lecturas, programas sobre animales, que nos hacían vivir la historia de los animales y los animales en la historia.
Nos llenaron de gustos refinados, de música culta, de poesías profundas, de reflexiones sobre la humanidad y nuestro planeta. Eran letrados, cultos, impecables. Nos contagiaron de ese deseo por lo correcto, lo puro, lo suave, lo bien pensado y ejecutado.
Hoy el mundo culto de Colombia ha visto morir a uno de sus grandes custodios, que se unirá a ese sequito de Ramón de Zubiria, Bernardo Hoyos, Abelardo Forero Benavides y muchos otros, que creían y defendían la necesidad de lo culto, no por clasista, sino por eterno y enriquecedor.
La inmensa minoría ha quedado huérfana; ahora depende de nosotros, que no desaparezca, que crezca y que esa delicia de los placeres de lo culto inunde nuevamente nuestros hogares, como lo hacía don Álvaro calladamente para cada uno de nosotros por muchos años, como una guía sabia en nuestra cotidianidad.
Buen viaje, gran maestro.