¿Puede una pareja de blancos adoptar a un bebe negro, o lo contrario? El tema es profundo y complejo. El debate sobre que una pareja homosexual pueda adoptar un niño, es un espacio que muestra la dinámica de la evolución de la comprensión de los cambios sociales y culturales del mundo en los últimos años. Tiene que ver con el cambio de tres visiones tradicionales de nuestra sociedad y eso hará que la discusión y la votación sean muy opacas.

El primero es la aceptación que un homosexual es un ciudadano con los mismos derechos que un heterosexual, o mejor, que por ser homosexual no se pierden los derechos que se tiene como colombiano. No sé si ser homosexual es una decisión personal o no, pero el asumirlo sí lo es, y significa tener una posición muy firme frente a una sociedad que es muy tradicional, conservadora y ortodoxa en esta materia. No sólo por razones religiosas, sino por temor a la comprensión de la sexualidad, muchas personas ven a los homosexuales como un comportamiento anormal e indebido, porque lo circunscriben al tema de la sexualidad, y en particular de la genitalidad, causando que la comprensión del ser gay sea enormemente limitada. El amor entre personas del mismo sexo es normal, incluso en las personas heterosexuales, quienes tienen profundas relaciones emocionales con personas de su mismo género, sin necesidad de tener una intimidad sexual con ellas.

El segundo, es el concepto de familia, que es quizá el verdadero centro del debate. Según la Constitución Colombiana, (Artículo 42): “La familia es el núcleo fundamental de la sociedad. Se constituye por vínculos naturales o jurídicos, por la decisión libre de un hombre y una mujer de contraer matrimonio o por la voluntad responsable de conformarla”. Desde este punto de vista, es claro que la unión de dos personas del mismo género no es una familia a los ojos de la Constitución, pero tampoco lo es una persona soltera o viuda, o un núcleo familiar donde los abuelos vivan con los nietos, o las otras diversas variedades que se encuentran en el país. Es entendible que en 1991 los constituyentes decidieran que lo que planteaba Rousseau sobre la familia en “El Contrato Social” en 1762, en las épocas de la Revolución Francesa, fuese un punto válido para definir la familia. Es cierto que la primera forma de sociedad podría ser la familia, pero también es cierto que la antes de la concepción nuclear de esta, se presentaron formas sociales diferentes como las familias tribales y las amplias. El concepto de familia no nace desde la percepción de procreación, sino como un modelo legal para defender los derechos económicos de sus miembros, como inclusive nuestra mismas Constitución lo dice en el mismo artículo 42, cuando habla de derechos patrimoniales inalienables, ya que si una familia no tiene hijos, sigue siendo una familia.

El tercero, es la adopción. Este tema es tan complejo como los dos anteriores, ya que se refiere al poder que tiene el estado en conceder la paternidad (derechos y deberes) de un niño que está a cargo del Estado, a un tercero. La adopción es una práctica común desde hace muchos en diversas sociedades, que busca solucionar el problema económico y social de un niño sin padres que lo protejan, defendiendo así los derechos constitucionales que el menor tiene. Este menor puede haber llegado a la custodia del Estado porque perdió a sus padres, porque estos lo abandonaron o porque se los quitaron por violar sus derechos y poner en riesgo su vida.

Estos tres conceptos se cruzan en un solo debate, causando que el referendo propuesto por la Senadora Morales no sea claro y convoque a más de un tema en el momento de decidir. Muchas personas en Colombia son muy tradicionales y consideran que la familia es solo la unión entre hombre y mujer. Otros piensan que la homosexualidad es contra de la naturaleza y la religión. Algunos consideran que la adopción solo la deben hacer núcleos familiares tradicionales de una mujer y un hombre, negando el derecho a una persona sola de ser parte del proceso. Situaciones que hacen que la decisión del tema sea muy compleja.

Mas, lo que debemos pensar es en los múltiples derechos que esto amenaza. (1) Pensar que un homosexual no tiene los mismos derechos que un homosexual, es ir contra el principio de igualdad de nuestra sociedad. (2) Considerar que la familia es la unión entre un hombre y una mujer, es una visión muy limitada de lo que históricamente pasa con los núcleos familiares en nuestro entorno. (3) Negar la adopción a una persona que no cumple con la definición de familia, es aceptar que un niño solo puede ser bien formado por una pareja de heterosexuales, lo cual es claramente equivocado.

Nuestra sociedad ha avanzado en comprender que muchas de las cosas que considerábamos verdad el siglo pasado, ya no lo son, y que hemos aceptado nuevas realidades y conceptos socioculturales y científicos sean diferentes. No solo es el tema homosexual, sino el voto de la mujeres, la libertad religiosa e incluso el fin de la esclavitud y la comprensión de la igualdad de razas, y por esto el debate sobre lo que es una familia, debe darse seria y profundamente, y no motivado solamente por la procreación, porque inclusive este concepto estará en un debate mucho más complejo en pocos años, con los desarrollos científicos que se han presentado.

El debate es sobre los derechos de los colombianos, y todo colombiano debe tener derecho a adoptar a un niño, siempre y cuando tenga las condiciones necesarias para hacerlo; pero en esas condiciones no se puede discriminar ni por tipo de familia ni por preferencias sexuales o religiosas, o podríamos llegar a pensar que solo los católicos pueden hacerlo, porque históricamente nuestro país ha tenido mayoritariamente esta religión y se debe continuar con esa creencia, educando a nuestros hijos en ese sentido.

El debate es complejo, pero el fondo es simple: todo colombiano tiene el derecho libre a contraer matrimonio y a adoptar, sin importar sus creencias o comportamientos sexuales. No es difícil de entender.

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