En Colombia celebramos la navidad como una tradición que se cumple, sin preguntas ni reflexiones, lo que nos lleva a cometer muchos errores en su celebración por el simple hecho que “así se ha hecho siempre”.

La bobada máxima es el papel regalo. Es un gasto innecesario y una generación continua de basura; seguramente mucho de este sea reciclado, pero en una buena porción no lo es, y simplemente es un artefacto que nos sirve para llenar de emoción y elegancia el momento de la entrega del regalo y que para los niños es sólo una barrera para llegar a su objetivo.

En un sentido similar están las novenas en Colombia, que son una tradición no clerical que proviene al parecer de la familia Samper; es una festividad a la que nos acostumbramos para hacer 8 prenavidades, con consumos de alimentos, bebidas, cánticos y rezos monótonos que cada vez se distancian más de ser una oración de reflexión, meditación y trance espiritual; es simplemente una minifiesta de navidad que se rota en las familias, siendo cada vez más parecida a las posadas mexicanas.

La navidad dejó de ser la celebración de la natividad para pasar a ser una fiesta familiar donde se comparte el bienestar obtenido: damos regalos según podemos y recibimos como le haya ido a nuestro núcleo social; básicamente en navidad le damos regalos a aquellos que consideramos importantes en nuestras vidas, cifra que puede ir entre 10 y 20 personas en promedio, lo que sumado a los gastos de las festividades y el papel regalo puede ser casi el mismo valor de la prima que algunos reciben.

Por otra parte, en algunas familias es necesario que sean las doce la noche para repartir los regalos, sin importar el cansancio de las personas o que los niños estén completamente hiperactivos, ya que prima la tradición sobre la lógica y el buen tino.

La celebración de la navidad se ha convertido en un paquete de tradiciones sin sentido que terminan siendo bobadas que desvirtúan el sentido religioso de la misma o bien tensionan la reunión familiar: porque es más importante tener la natilla como la hacía la abuela, que estar con sus seres queridos departiendo en la sala.

No quiero parecer un aguafiestas o un “antinavidad”, sino quiero que reflexionemos sobre lo importante de este evento familiar más allá de la última moda en decoración navideña y el regalo del Niño Dios que no se consiguió; la navidad es recordar la esperanza que trae a cada familia el nacimiento de un bebe, que nos promete que las cosas cambiarán para bien, como ocurre cuando nace cualquier niño: nos llena de esperanza, nos muestra hasta donde podemos llegar y nos hace ir más allá. La natividad es el momento en que recordamos que podemos ir más lejos gracias a nuestra familia y esa esperanza se vive intensamente esa noche y algunos la comparten con regalos, otros con comida y algunos con abrazos, pero la comparten de alguna manera. Feliz Esperanza.

Nota al pie: Los niños no vienen con el pan bajo el brazo, sino que le muestra a sus padres que ellos pueden hacer más y mejor pan.

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