Me niego a que el mundo siga viendo el asesinato del embajador ruso. No solo es un morbo espantoso, sino que el silencio de Rusia sobre el tema, solo hace pensar que está complacido con la publicidad que esto le genera.
Creo en la libertad de opinión, pero no el libertinaje morboso de la realidad. En estos días alguien me criticó – y con razón desde su punto de vista – por haber puesto una imagen de una mujer desnuda en una de mis presentaciones, y alguien cercano con quien hablé del tema, me planteó una reflexión: el mejor filtro para saber que se puede poner o no en un medio de comunicación, es preguntarse si le gustaría ver eso mismo de un ser querido suyo; y sin duda, no querría jamás que el mundo entero viera millones de veces el asesinato de alguien a quien yo quiera.
Los medios pueden decir que la verdad se debe mostrar, pero hay muchas formas de hacerlo, y en la forma de hacer las cosas, se conoce a las personas.
El mundo esta conmocionado con la actual violencia “terrorista” desembocada por diversas facciones de “musulmanes” de diversos origines y con diferentes objetivos, sin mirar los procesos históricos que tiene esto y sin intentar comprender que el tema ni es terrorismo ni religioso solamente. Simplifican las noticias, para vender una idea equivocada de lo que ocurre, tapando los verdaderos motivos de los acontecimientos históricos, solo porque un grupo de personas que han sido acalladas y aplastadas por miles de años, desatan su ira para llamar la atención del mundo.
El tema del medio oriente es tan complejo, que por lo menos ha dejado como herencia 3 religiones monoteístas y miles de variaciones de las mismas, las cuales luchan no solo por la misma tierra, sino por el respeto a su historia y su futuro.
Nos hemos acostumbrado a ver el mundo con los ojos de nuestra verdad, sin respetar la interpretación que hacen los demás de la misma, al punto de permitir y exigir que nuestra versión deba ser la correcta para todos. Esto nos ha llevado a derramar mucha sangre a nombre de las verdades impuestas, causando una extinción de formas de pensar, religiones, creencias y culturas mucho más grande que la que le hemos hecho a miles de razas animales en el mundo. Seguimos siendo depredares y conquistadores, bajo la premisa de hacer el bien para el mundo.
Lo de Alepo es solo un reflejo de la necesidad de imposición cultural en la que vivimos, del temor de los poderosos de perder el control y de la enorme adicción a tener la razón.
Ahora, los medios comunicación, los de siempre y los nuevos, los formales que tienen editor y las redes sociales sin responsabilidad concreta, difunden sin ningún pudor la escena de un asesinato, sin saber realmente que verdad están defendiendo, porque se escudan en la libertad de prensa y opinión, para circular libremente una de las imágenes más crueles que hemos visto este año, generando más insensibilidad a la muerte violenta y mostrando una lucha ancestral como un acto terrorista del momento, sin ningún contexto histórico o cultural.
Los medios de comunicación, de seguir así, dejaran de ser un medio y se convertirán en una mordaza de la verdad, el respeto y la humanidad misma, y cuando la gente en las redes sociales los ataquen y condenen, ya será tarde para darse cuenta que ningún medio, justifica ningún fin.