Mi hijo de 6 años es capaz de armar un Lego de más de 500 fichas siguiendo instrucciones; mi hija de 9 años, recibió en navidad un libro de “Luna” (un personaje de televisión de Disney Channel) y lo leyó en menos de 3 horas; y ambos juegan con Pokémon, sabiéndose muchos de sus personajes, cualidades, evoluciones y ataques especiales. Al ver esto, queda una duda enorme sobre el sistema educativo que tenemos y la enorme capacidad de la industria de juegos y la media para vincular a nuestros niños en diferentes procesos.

Como padre, veo como mis hijos aprenden mucho más rápido de lo que yo lo hacía, y sé que saben muchas cosas que yo no sé, más veo en ellos esa misma sensación de “aprender porque toca” y no porque lo desean. Siguen estando las tareas como un proceso tedioso y aburrido, la lectura obligada de libros, que hacen que el niño termine sintiendo la lectura como un hábito obligado, y los exámenes donde deben recitar de memoria muchas cosas, que al final, ni desarrollan su capacidad de recordar.

La navidad es un momento mágico para muchos, pero para los niños es una fantasía hecha realidad, porque es el momento en que sus deseos se cumplen, y por eso disfrutan intensamente de ellos. Recuerdo que cuando era niño, me dieron una nave espacial de Lego, y no me dormí hasta que no termine de armarla, y desperté a mi papá a las 4:00 de la mañana a mostrarle mi logro. ¿Cómo hace un juguete, para capturar la atención de un niño, de tal manera, que sin importar el cansancio, logra tenerlo concentrado más de horas siguiendo instrucciones de un libro?, el triunfo de Lego es simplemente increíble, y por eso no es extraño que hoy sea la compañía de juguetes que más vende en el mundo.

Otro caso es el libro que les contaba que mi hija “devoró” con total interés, y que me hizo decirle que si ella quería le compraría todos los libros de “Luna” que quisiera, porque me recuerda como yo leía caricaturas y formé el hábito de la lectura, gracias al interés por descubrir historias en el papel. Mi hija siempre ha leído, porque desde pequeña me ha visto leer, y por eso los libros no le son ajenos, pero nunca la había visto tan emocionada como la vi con ese texto que dieron de navidad.

Es fácil comprender que nos equivocamos. Si un niño de 6 años puede por gusto propio seguir las instrucciones de un manual de Lego hasta armar una nave espacial, y una niña puede leer un pequeño libro de corrido completamente emocionada, es evidente que nuestros procesos educativos están equivocados, y que afortunadamente los productos para niños están salvando parte del proceso.

Los sistemas educativos del mundo ya han avanzado en este sentido, pero el nuestro, aún se fundamenta en procesos de memorización y de estricta disciplina. Hace unos días escuchaba como un padre contaba emocionado como buscaba Pokemones con su celular con su hijo, y al capturarlos, lo estudiaban y hacían batallas de estos personajes, entreteniéndose mucho; al oír esto, otro padre que había en la reunión, de dijo que era mejor que aprendieran ajedrez, que es un gran juego de estrategia, que desarrolla capacidades necesarias para los jóvenes, a lo que el primer padre respondió: “no, en ajedrez solo hay 16 fichas, un tablero limitado y menos de 50 movimientos, mientras que en Pokemón en una batalla cada jugador puede usar 3 figuras, y cada una tiene múltiples ataques y defensas. Simplemente es como jugar ajedrez recargado”.

El mundo sigue cambiando, evolucionando. Cada innovación del mercado es una mejora de algo que ya estaba, y eso hace que nuestras condiciones de vida sean cada vez mejores. Todos lo que en mi generación se la pasaron jugando en el computador y en las consolas de juego, hoy tienen una enorme ventaja sobre aquellos que no lo hicieron, porque comprenden mucho más el mundo de la programación y la lógica de los computadores.

Como padres, cada vez debemos ser más exigentes en los procesos de formación de nuestros hijos, pero no buscando la mejor nota en el colegio, sino el proceso que mejor descubra y forme sus capacidades. La educación ya no es un proceso de transmisión de conocimientos, sino un mecanismo de desarrollar potencialidades y capacidades, y eso no se logra con exámenes de memoria, y menos en un mundo donde Google está literalmente al alcance la mano.

Esta navidad y los regalos que recibieron mi hijos me hicieron pensar muchas cosas sobre como los estamos educando y formando, sobre cómo será el mundo del mañana y si estamos haciendo las cosas bien, y eso lo hago mientras recuerdo que cuando estudie, existía la URSS, Plutón era un planeta y teníamos la Constitución de 1886. Las verdades cambian, lo que aprendemos de memoria se vuelve obsoleto y la tecnología que aprendimos ya es casi inútil, por eso es tiempo de dar más Legos, más libros juveniles y mándalas, y de aprender a cazar Pokemones con nuestros hijos.

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