Y no me refiero a que no leemos tantos libros como los europeos, sino que no leemos las cosas que nos toca leer, como en el caso de los correos electrónicos, chat, post en redes sociales e incluso las señalizaciones en los centros comerciales.

Casi a diario, respondo correos explicando nuevamente lo que ya había escrito en un correo anterior, o diciéndole a la persona que mi teléfono o dirección están en la parte de abajo del texto, en la firma.

Lo mismo pasa con los chats, y más aún si uno cae en esa enorme cascada de los grupos, donde al escribir muchos al mismo tiempo, no es claro a qué se refiere cada uno, y la concentración requerida es mucho más alta y causa muchos problemas de comunicación.

Leer no es un arte, es un goce, una necesidad; por eso debemos darnos el tiempo de leer las palabras que nos escriben, porque si bien la forma de redactar de muchos, no es la más comprensible, lo que nos quieren decir es importante.

Las palabras no son otra cosas que significados comprimidos, y las frases, ideas llenas de significados. Dediquémosle el tiempo, tengamos calma y veamos más allá de las letras, porque en muchos casos, lo que nos quieren decir no queda bien escrito y debemos ayudarnos a comprender mejor el mensaje que nos han enviado.

Escribir no es fácil, y leer, mucho menos, por eso requiere más tiempo y atención de la que le damos.

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