Muchos se ofenden porque en Colombia copiamos lo que hacen otros países, particularmente los Estados Unidos, y el tema del día de los enamorados no es la excepción.
Para celebrar el amor, San Valentín es sólo una excusa. Nunca hemos necesitado un día para decirle a esa persona “te amo”, ni mucho menos hemos requerido que el mercado nos diga cuándo tomar un diente de león del suelo para regalárselo.
Lo bello del día de San Valentín, es que los restaurantes, los centros comerciales, la industria, el comercio y muchos de nosotros estamos listos para celebrar el amor, y hay muchas oportunidades para hacerlo. Hay más rosas en las calles, hay bombas por doquier, los chocolates están a simple vista y miles de canciones llenan el ambiente. Es bello poder tener días así, donde todo es fácil de conseguir y se nos abren miles de oportunidades para dar un regalo mágico, a esa persona que nos enseñó a hablar con la mirada.
El amor no requiere una fecha, pero cuando le damos una, la toma completamente y la aprovecha. Gracias a copiar esta tradición de los estadounidenses, celebramos el amor y esas mariposas que viven en nuestro estómago, por lo menos 4 veces a año: en febrero y setiembre, el día que esa persona nació, y el día en que ese amor surgió de manera inevitable e incontenible.
Comprendo las emociones de seguir lo que hacen los otros y la necesidad de ser un poco más autóctonos, y también estoy de acuerdo con que el amor no necesita un día en que el comercio lo celebre, porque todos los días lo sentimos intensamente, incluso esos que lo callan y lo llevan en silencio bajo su piel.
Pero también he aprendido que las fechas especiales nos dan la oportunidad de sentir algo diferente; como cuando celebramos el día de la madre, y se llenan las redes sociales de emocionantes recuerdos de familia, donde esa mujer que nos dio la vida es el centro de atenciones y celebraciones de todos; lo mismo ocurre con el día del padre y la navidad, donde celebramos todos lo mismo, creando un atmosfera única, que hace que se día sea diferente y nuestros problemas nos dejen descansar un poco.
Pocos se quejan que les celebren el cumpleaños, porque sentimos que ese día, los demás nos demuestran cariño, no solo con regalos, sino con llamadas, mensajes, chistes, comidas y esos maravillosos abrazos, que unen corazones de amigos y hermanos del alma.
No escogimos nuestros padres, ni la fecha en que nosotros naceríamos, ni mucho menos cuando celebrar las fiestas religiosas como la navidad; pero si escogimos a quien amar, aunque sabemos que fue ese algo que vive en nosotros, como un gato sonriente y silencioso, que nos recuerda que nuestro corazón es como el país de las maravillas, donde la lógica no existe como la conocemos, y es posible que tengamos en el corazón una sonrisa sin gato, y no un gato sin sonrisa.
El amor es nuestra decisión, y por eso también lo es celebrarlo continuamente, y por eso digo que Si, que debemos celebrar San Valentín, porque mucha gente en el mundo se une de manera mágica e inigualable a celebrar el sentimiento que hace que no seamos simples animales, robots, racionales o predecibles, y el mundo se cubrirá mañana de una luna llena, de esa que miran los enamorados cuando buscan la cara de su amor; esa luna será testigo de la gran respuesta, a la pregunta de todos: ¿Por qué se llama San Valentin?
Dice la historia que es porque un Papa decidió cambiar la tradición pagana de los romanos, de celebrar las hermosas emociones que causa la primavera en los animales, y le dio el día a San Valentín, el patrono de los enamorados, ese santo que según dicen las leyendas, era un soldado y médico, que se casó a escondidas y murió por defender sus creencias.
Pero, existe otra razón, una más moderna y sincera, una que nos toca de fondo y que nos pone a pensar en cada momento en lo que el amor causa en nosotros: para amar debemos ser valientes, porque amar es una decisión de vida, sin importar lo imposible que sea o lo cotidiano que parezca.
Foto de Don Eloy
Sea valiente, regale una rosa; se dulce, regale un chocolate; sea eterno, regale un poema; sea intenso, y regale un momento. Y quizá, solo quizá, esa persona, será tan valiente, dulce, eterna e intensa, que le regale una mirada, de esas que no se pueden olvidar.