Ubíquese por un segundo en sus 16 años. Sin duda alguna en ese momento usted creía que podía hacer lo que se propusiera y que sus opiniones eran tan válidas como las de cualquier adulto, y con mucha certeza sentía que debía tener el derecho de votar para elegir presidente o cualquier cargo público; pero haga un poco más de memoria porque a esa misma edad, nos preguntaron qué queríamos estudiar y ser en la vida, y más de la mitad de los compañeros del curso no pudieron responder a esa pregunta.

Cuando uno es adolescente, es porque adolece de las capacidades para asumir plenamente la responsabilidad, pero siente que puede hacerlo, y mucho del proceso emocional que se desarrolla en esta época se refiere al manejo de la frustración de creerse preparado, pero no estarlo aún. Sin duda se puede manejar un carro o comprar propiedades, porque sus responsabilidades legales son claras y solucionables; pero, en el caso de un problema grande, la ley comprende que la persona aún no tiene las capacidades para haber tomado las decisiones correctas y por ende no se aplica completamente el peso de la ley.

Hoy, Colombia sufre porque muchos jóvenes menores de edad son criminales o usados como tal por algunos adultos, para robar, vender droga, traficarla y otra cantidad de delitos, aprovechando que como son menores de edad, no puede ser condenados como adultos.

En este marco, el gobierno propone que las personas de más de 16 años puedan votar y elegir en el sistema electoral, asumiendo que ellos ya tienen la capacidad de decidir de la mejor manera posible. Esto nos lleva a un debate profundo, sobre si los 16 años son la nueva mayoría de edad, y entrada en vigor de toda su carga de ciudadanía.

La ciencia fácilmente diría que no, y muchos jóvenes dirían que sí, como es predecible, pero el debate es mucho más profundo. Una persona que tiene 16 años no ha terminado su proceso de formación que le permita tomar las mejores decisiones posibles. Esto se explica claramente en Wikipedia, al hablar de que es una mayoría de edad: “Generalmente, se puede decir que la edad adulta supone la presunción legal de que existe capacidad plena en el individuo para decidir y actuar en consecuencia. Por lo tanto, supone el incremento de sus posibilidades de actuación sin ayuda de sus padres o tutores o para realizar actos que antes tenía prohibidos por razón de su minoría de edad (por ejemplo, conducir vehículos, casarse, comprar propiedades o trabajar).
El hecho de que se considere que tiene la capacidad plena sobre sus actos también implica una serie de responsabilidades jurídicas sobre los mismos. En el caso del menor, puede no ser responsable por algunas actuaciones penales o por actos que den lugar a responsabilidad civil por lo tanto los responsables son sus padres o tutores en su lugar. A partir de la edad adulta el único responsable de sus actos es la propia persona y debe responder por ellos ante la justicia. Los distintos ordenamientos jurídicos han ido estableciendo una serie de edades diferentes a partir de las el menor puede hacer legalmente y sin necesidad de ayuda realizar una serie de cosas.

Este es el gran nudo del tema. La edad adulta no se define de manera biológica sino por las capacidades desarrolladas, ya que es posible que un joven de 16 años sea mucho más maduro que un adulto de 30, debido a sus experiencias de vida.

Ser votante no es un escenario individual, sino un acto colectivo. Si bien el voto es un derecho personal, tiene implicaciones colectivas, ya que un solo voto puede ser el definitivo para elegir al Presidente de la República. Por esto, el darle el estatus de ciudadano a una persona que solo tiene 16 años, es un debate muy complejo.

¿Qué diferencia hay entre los 16, 18 y 21 años?, aparentemente poca, pero si le pregunta a una persona de 21 años, seguro dirá que se siente más maduro que cuando tenía 16 o 18, le dirá inmediatamente que sí, porque 5 o 2 años de más en ese momento de la vida son mucho tiempo. Dos años en una persona de 18 años, significa el 11% de su vida, y 5 años en una de 21, son el 23%, por eso es simple comprender que una persona de 18 o de 21 se sienta con más experiencia que una de 16, aunque esas mismas personas saben que a los 16 sentían que podían hacer cualquier cosa.

Esto no aumentará el censo electoral de manera importante, ni cambiará radicalmente el resultado de las elecciones, porque si este gobierno permite este proceso, es muy probable que muchos jóvenes voten en contra de él y no a su favor.

La biología y el comentario de los adultos dicen que no, y los jóvenes dicen que sí, porque aceptar que podamos votar desde los 16 años es aceptar que desde esa edad podemos asumir responsabilidades civiles y penales, lo cual suena algo normal, si a esa misma edad decidimos que vamos a estudiar para lograr ser lo que queremos en la vida, y si somos capaces a esa edad de decidir nuestro futuro, es lógico que podamos elegir quién nos debe gobernar. ¿Quién tiene la razón?

Personalmente no lo tengo claro, ni creo que eso vaya a cambiar el panorama político colombiano, porque muchos jóvenes son apáticos y rebeldes al sistema, lo que hará que una buena parte de ellos no voten o voten en blanco, porque no se sienten representados por la clase política actual, pero sí hará que comprar votos sea más caro, porque el censo electoral crecería y haría que la corrupción fuese más cara, lo cual no necesariamente es una barrera, sino un mayor costo de transacción.

Las cartas están puestas en la mesa, dejando pregunta por responder, ¿hemos educado en los colegios y en los hogares a nuestros hijos tan bien para que puedan votar responsablemente a los 16 años?

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