Pasó el paro de taxistas, y ya comenzó el de maestros, al que se unirán la salud, la justicia y algunas ramas de empleados públicos.

Cada año llegan los mismos paros, con los mismos actores, casi con las mismas reclamaciones, pero poco se analiza lo que realmente hay en el fondo. Los paros no son actos de demostración de fuerza de las bases sindicales frente al gobierno, pero sí parecen un ejercicio de fuerza para demostrarse a ellos mismos que están vigentes, y que ser parte de un sindicato tiene algún sentido.

El ejercicio del paro y de las movilizaciones, tiene una relación muy cercana a los tiempos de campañas electorales y a la popularidad del gobierno, y en este momento, estamos a menos de un año de elecciones de congreso y presidente, y es claro que la imagen de este gobierno está muy deteriorada.

Los medios de comunicación hacen su tarea: muestran las marchas, dejan hablar a sus líderes y sin querer muestran que muchas de estas movilizaciones son muy pequeñas y no representan más que unas minorías que lo piden es que el país no cambie, que ellos quieren más y que no les importa cómo se deba financiar esas condiciones.

El paro de taxistas mostró su inutilidad. Se les debe felicitar porque demostraron que fueron mucho menos violentos de lo que muchos suponían, pero su lucha es simplemente el aumento de la agonía; donde incluso los mismos taxistas, ya piden que todo esté claro para saber si van a seguir siendo taxistas o no.

Los educadores pedirán un mejor sueldo, lucharan contra la jornada única y continuamente se opondrán a ser calificados; si en una empresa un empleado pide más sueldo, una jornada de trabajo más pequeña y que nadie le haga seguimiento a sus metas, lo mirarían como un loco de remate y con ese esquema, la empresa no funcionaría de ninguna manera.

Ser maestro es un don increíble, un honor impresionante y tiene unos deberes muy pesados. Sin lugar a dudas a muchos se les paga muy mal, y pese a tener los beneficios del magisterio, su calidad de vida dista mucho de la que merecen. Eso no tiene discusión.

Más, la discusión es mucho más profunda. Como en el caso de los taxis, el problema no es que Uber les compita, sino que ellos no hacen las cosas bien y quieren defender a toda costa lo que históricamente llamamos “derechos adquiridos”, que no es otra cosa que la lucha por los beneficios que tienen unos pocos, sobre la mayoría que nos los tienen.

En el tema de salud, el problema es más profundo, porque la ley 100 amplio las coberturas pero no las capacidades, y casi 25 años después tenemos un déficit financiero, hospitalario y profesional en el sistema, porque este depende de los aportes de las personas, y en eso muchos no cumplen con lo que deben cumplir; por esto, no hay lo suficientes recursos en para el sistema de salud que se ha planteado y sistemáticamente se hacen ajustes para mantenerlo a flote.

En este proceso, los profesionales de la salud, pasaron de ser unos de los mejores pagados del mercado, a ser casi un servicio básico con salarios muy reducidos, a menos que se tenga consulta privada, pero muy pocas personas usan este servicio.

No es diferente en el sistema judicial, donde la cantidad de procesos superan la capacidad de acción y la complejidad del aparato normativo, hace que estudiar un caso sea casi una epopeya. Jueces y auxiliares son constantemente amenazados y corrompidos por un sistema inmoral de valores, que hacen que no fallen según derecho, sino bajo la ley del que más presiona, más paga, mas intimida.

El gobierno no les ha cumplido, porque muchas de las promesas que se han hecho, no son lógicas ni consultan con la realidad de las finanzas públicas, pero si con la necesidad de un político de turno, de acabar un paro más y salir como gran negociador en los medios.

A lo que suma, que muchos de estos paros, son más un pulso de los líderes políticos para contar y coordinar sus bases electorales para los próximos comicios, y para mostrarle a sus afiliados que tienen capacidad de presión, y curiosamente, no de resultados.

Por esto hacen unos pliegos de condiciones ilógicos, extensos, incomprensibles, donde el verdadero objetivo casi nunca queda escrito y se soluciona en reuniones a puerta cerrada, donde unos pocos, muy pocos, salen beneficiados.

Así, no hay duda que hay motivos para hacer paros, porque muchas cosas no funcionan bien y esto afecta a los trabajadores de estos sectores, pero estos paros solo serán relevantes, cuando dejen de mostrarse como una injusticia contra los empleados del sistema y no como una contra los usuarios de los mismos. La gente no va a apoyar la movilización de los profesores que dejan sin clases a sus hijos, de los médicos que ese día no atienden consultas, de los jueces y auxiliares que dejan de dar justicia a miles de casos que continúan represándose y mucho menos a los taxistas, que lo que piden es que las cosas no mejoren.

El día que el paro sea por los usuarios y no por los empleados, ese día el paro tendrá sentido para todos.

Como “en abril, lluvias mil”, “en mayo, paros como un rayo”.

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