Hay días lúgubres, en los que sentimos el peso de nuestras vidas,
El sabor amargo de esas decisiones que nos formaron,
Pero nos quitaron la sonrisa a punta de lágrimas…
Muchos hemos caminado senderos oscuros,
Donde las dudas van acompañadas de decisiones fáciles,
Fatales y definitivas,
Pero fáciles…
Es como si fuera necesario
Caminar con ellas
Con la frustración a un lado
Y la salida fácil en el otro
Ese camino no es una conversación
Sino un reproche…
Un reproche a nuestras propias convicciones y deseos,
que se sienten atados,
más por la incapacidad de los demás y esa falta de responsabilidad que los satisface…
Algunos simplemente,
Necesitamos que las cosas salgan bien,
No siempre como queremos que sean,
Sino que salgan bien
Y al ver y sentir que las cosas no siguen su camino, por el desinterés de la gente, la frustración nos convoca a rendirnos fácilmente…
He caminado esos senderos
He visto el precipicio y sentido el llamado del acantilado…
Creo saber que sientes
pero no sé qué pasa
Mas te puedo decir que casi siempre una noche es suficiente para que la mente disipe ese camino y nos devuelva al sendero que caminamos, esa trocha inclemente que hemos construido, donde no hay caminos previos, y los demás nos siguen admirados…
No desfallezcas
No somos del tipo que se tienden
Lo que pasa es que por ser seres simples,
Queremos que las cosas se hagan bien,
Y cuando esto no pasa,
Por la culpa de la insolente estupidez de los demás,
Nuestras emociones se desmoronan,
Porque nuestra fuerza está hecha para construir,
Pero no para soportar la inclemencia humana…
Se nos dice inteligentes
Pero emocionalmente somos débiles,
Porque preferimos hacer el bien, y eso forma cadenas de pensamiento positivo y de confianza,
que al ser vulneradas, son como una copa de cristal que se rompe y deja caer todas las lágrimas que nos hemos tragado…
Y lo inevitablemente triste,
Es que volvemos a construir la copa, con todas las palabras que en nuestra mente le decimos al culpable, pero que nunca se las decimos en la cara, y seguimos caminando, cargando el peso de las penas, las angustias y las desilusiones, porque hace mucho aprendimos que el ser humano es cruel, más por su estupidez e insensibilidad, que por su deseo de hacer daño…
Entonces, seguimos nuestro camino, y recordamos lo que ya habíamos comprendido:
El costo de ser nosotros mismos, es que siempre dolerá ser como somos…
Porque quisiéramos vengarnos de cada uno de los que nos han herido, pero nuestra bondad no sabe hacer eso…
Por eso, al final, siempre es lo mismo… nos quiebran y nos reparamos, y rápidamente buscamos un pequeño logro al que nos podamos aferrar, que nos haga sonreír y soñar,
y con eso nos llenamos de fuerza, para seguir abriendo la trocha y que nos sigan…
Pero cargamos las penas y las cicatrices en el silencio …