Ser responsables con lo que publicamos, no solo quiere decir que digamos la verdad, sino que aprendamos que al difundir ciertas cosas, terminamos siendo cómplices de quienes quieren sembrar una noticia que nos afecte a todos.
No hay duda del miedo y el dolor que causan ciertas cosas, pero tampoco debe haber duda en respetar a las víctimas y evitar ser un idiota útil que amplifica el efecto del mal. ¿Que de verdad hay que pasar por whatsApp las fotos de las víctimas mortales de un atentado?, lo que se logra es que la gente sea cada vez más insensible a la vida humana y volver a victimizar a la víctima, bajo la excusa del “derecho a la información”, que es más una carrera de egos sobre quién publica primero una noticia y quien genera más tráfico a una página web, para ganar más dinero con el dolor ajeno y el morbo general.
Este mundo de las redes tiene mucho por enseñarnos y ayudarnos, pero también puede ser un arma masiva, donde todos podemos caer en ser balas perdidas, que otros están disparando.
Confundimos continuamente el derecho a informar con el derecho a desinformar. Publicar cosas por el afán de las redes sociales, es una irresponsabilidad enorme, que no mide lo que causa, porque no tiene consecuencias. Cualquiera puede decir lo que sea, maltratar a otro, difundir mentiras y nadie le dice nada, solo algunos que los lean sabrán que son idiotas útiles de las perversas necesidades de otros.
El periodismo es una profesión, no una cosa que se adquiere al abrir una cuenta en una red; Nos hemos acostumbrado a decir lo que se nos viene a la cabeza, sin pensar por un segundo que estamos diciendo o que impacto va a tener, y son millones de personas las que han sido afectadas por este tipo irresponsabilidades, donde las opiniones de las personas pesan más que los hechos de lo que paso. El periodismo ve como se hunde en las aguas del afán, de corto plazo y de la falta de ética, por la necesidad de ser el primero a toda costa, para superar la velocidad de las redes sociales.
La publicidad es un arma poderosa, y si se usa a favor del mal, mal quedaremos. Cada vez se miente más a la gente, se le dicen cosas falsas de manera masiva y muchos caen en esto por ingenuidad y otros tantos por la cómoda condición de la ignorancia, porque es mucho mejor ser engañado y después decir que se fue víctima de un engaño, que tomarse el tiempo para escuchar lo que nos están diciendo.
Esta era de la información es una guerra constante contra la verdad. Lo importante es dar una opinión y no estudiar los hechos de lo que pasa. Dejamos que nuestras pasiones superen nuestra inteligencia, y continuamente vemos como personas que admiramos por su inteligencia, dicen cosas desde el hígado, desdibujándose en un segundo frente a nosotros.
Mientras tanto, otros más calmados y con una serie de objetivos claros, difunden estos rumores, fotos, noticias a medias, indicios y pistas con la intención de confundir a las personas, y causar que las redes sociales, dejen de ser un espacio de socialización, y se conviertan en un nuevo campo de batalla, donde al final casi siempre la víctima es la verdad, las víctimas son continuamente revictimizadas y todos terminando diciendo: “ah, yo no sabia.”