Más allá de la válida indignación que ha causado la acusación de Uribe a Daniel Samper, es evidente que la cosa le pudo haber salido muy bien al expresidente.
Las elecciones de 2018 son un tema muy complejo, porque a menos de un año de ir a las urnas, no sabemos quiénes son los candidatos; se habla de unos 10 precandidatos, que harán todo lo posible por hacerse notar a final de este año, con el fin de poder competir contra Vargas Lleras (que hábilmente continúa en silencio), el candidato visible de la izquierda y #YoVotoPorElQueUribeDiga como se dice hoy por hoy.
El problema de Uribe es que no tiene un candidato fuerte y no quiere tenerlo, porque es obvio que si apoya a alguien con peso político, le pasará lo mismo que le pasó con Santos, porque cuando un político llega al poder, nadie lo manda.
Por esto, es claro que la contienda electoral de 2017-2018 será un tema de polarización, radicalización y de extremos, y con la acusación contra Daniel Samper, Uribe se anotó un punto enorme, porque sus bases salieron a respaldarlo fuertemente, con fuertes ataques al periodista, logrando cerrar filas a favor del expresidente, mostrando que incluso en un tema tan tenebroso como una acusación infundada de violación, sus seguidores lo respaldan.
Y logró un efecto inesperado, que si lo maneja bien (y sin duda él sabe hacerlo), puso a los medios en jaque, porque casi todos los periodistas relevantes del país salieron a pedir #porelrespeto del debate y de la profesión, quedando ante los seguidores uribistas como medios que atacan a su líder, y esto tendrá enormes réditos en la campaña, porque al igual que hizo Petro en su alcaldía, comienza a darse un fenómeno de anticipación de las posiciones mediáticas, pero sin el “bullying legal” que el exalcalde practica (donde demanda y empapela a todo el que lo ataque).
Uribe pudo haber logrado su objetivo: profundizar la polarización, aprovechando para fortalecer sus bases y desacreditar a los medios de comunicación y a los periodistas de un solo golpe. No sé si esta era la idea o no, pero sin duda, el golpe es duro y cambiará el juego político de los próximos días y los medios ya tomaron posición.
La pregunta ahora es, ¿a quién apoyará Uribe?, y una de las posibles respuestas es: a cualquiera.
Él sabe que no es fácil ganar la presidencia por interpuesta persona, porque los votos no se endosan y la gente que votó por Santos a nombre de él, se siente defraudada; por esto, es posible que use una estrategia diferente e inesperada: lanzarse de cabeza de lista al Senado, para capturar más del 50% de las curules, lograr la mayoría y desde allí “cogobernar” con quién sea el presidente, que si es de su línea política, tendrá como controlarlo y si no, pues lo mantendrá a raya.
Esto no tiene nada de inesperado, de hecho, sería muy obvio; pero, teniendo la mayoría del Senado, puede buscar la forma de crear un “régimen parlamentario” en Colombia, que es una idea que ha mencionado muchas veces, llevando al país a un verdadero régimen de opinión, donde la popularidad será lo más importante en la política.
Lograr esto es casi imposible, porque inmediatamente los analistas, académicos, periodistas, columnistas y medios de comunicación se opondrán al cambio, y por eso desmarcarse de los canales, periódicos y emisoras puede ser una pieza fundamental, más aún en un escenario de alta penetración de redes sociales.
Afirmo que lo que hizo Uribe con Daniel Samper es indignante y mezquino, pero opino que políticamente puede ser brillante.