¿Recuerdan el 2012? Aquel año en que se divulgaba información sobre un posible Apocalipsis o fin del mundo. En la televisión y el cine se nos recordaba que el calendario maya terminaba su ciclo y no teníamos certeza alguna de qué implicaba ese fin.
Ese año, exactamente el 21 de Diciembre a las 12:12 estaba yo, en compañía de mi familia, esperando a que algo pasara. A pesar de que estábamos en disposición a recibir un gran cambio, en mi cabeza se dibujaba un panorama catastrófico; el mundo podía volcarse en su propio eje o una inmensa ola podía hundirnos completamente. No estoy exagerando, desde pequeña estos temas han tenido un valor significativo en mi vida.
12:13, 12:15, 12:45 …. Todo seguía igual. ¿Dónde había quedado este gran acontecimiento? Al ver que nada pasaba decidí olvidar el momento y sumarle escepticismo a estos asuntos.
Cuatro años después llegó a mis manos un libro llamado ‘Biblioteca 13:20’, no tenía idea de qué se trataba, pero cuando lo empecé a leer me cautivó inmediatamente. Este libro explica qué había pasado en el 2012 y cuáles eran los cambios en la tierra anunciados por la profecía maya.
Los mayas eran unos conocedores del tiempo y sabían que en el 2012 se acababa un ciclo planetario e iniciaba uno nuevo. Descubrí que, así como nosotros vivimos cuatro estaciones al año, la tierra también tiene cuatro estaciones en su sistema galáctico, que duran aproximadamente 26,000 años. En el 2012, se daba fin al invierno “galáctico” para darle paso a la primavera “galáctica”.
El famoso fin del mundo no era más que el inicio de la primavera “galáctica”, una nueva era del florecimiento a la luz interior y de un cambio vibracional en la tierra. En esta nueva era, nuestra esencia adquiría la capacidad de expandirse y proyectarse de manera amplificada, y esto nos exigía un cambio de hábitos y ritmos de vida.
Precisamente esos cambios de ritmos y hábitos son los que he experimentado en los últimos años, el tiempo parece disolverse sobre las manecillas del reloj y las transformaciones abruptas, sobre cada área de mi vida, se dan de un día para otro. Todo parece acelerarse para ajustarse a una nueva frecuencia.
Me hace bien pensar que todo lo que se vive actualmente en el mundo es por causa de este mismo ajuste. Quizás, al principio, la llegada de la luz nos sorprende, al revelar nuestra poderosa conexión, pues ahora sabemos que un simple acto incide inmediatamente en la vida de otros. Quizás la llegada de la luz también nos puede confrontar al mostrarnos muchas facetas, emociones y verdades que habían estado ocultas por mucho tiempo. Quizás esta llegada nos sacude para replantear el ritmo en que vivimos, pero con seguridad nos da el impulso para florecer desde adentro e iluminar todos los potenciales que tenemos como humanidad cuando nos reconocemos en el amor.
Paola A. León – @frq1320