A veces tardo días en escribir en este blog, no tanto porque no sepa sobre qué escribir sino porque aún me afecta mucho lo que otros tengan por decir de aquello que escribo.

Comunicarme y expresarme libremente ante otros, en especial sobre las redes sociales y los medios masivos, me hace sentir vulnerable, avergonzada y cuestionada sobre lo que pienso y digo.

Hace un tiempo una de mis mejores amigas me compartió una charla que encuentran en Netflix llamada The Call to Courage por Brené Brown. En esta charla, Brené Brown comparte los resultados de sus investigaciones acerca de la vulnerabilidad y la vergüenza. Ella define a la vulnerabilidad como la valentía de actuar cuando no puedes controlar los resultados. Asegura que ser vulnerables no tiene nada que ver con ser débiles, sino por el contrario, es tener el coraje de pertenecernos a nosotros mismos y arriesgarnos a vivir desde nuestra propia esencia, sin tener certeza de a dónde podamos llegar siendo lo que somos.

Fue revelador ver su charla. Uno de los puntos que más me marcó fue entender que la vulnerabilidad mitiga la crítica y el odio que a veces se presenta entre nosotros, ya que rompe la coraza de “eso no me afecta” o “eso me resbala” para conectarnos con la verdadera sensación de ser juzgados; y así recordar la importancia de no emitir juicios a los demás, ni siquiera a nosotros mismos, porque en el fondo hemos sentido lo mucho que duele recibirlos.

Así, la vulnerabilidad nos hace empáticos y compasivos, ya que fácilmente se acopla con nuestros sentimientos e instintos. Esta nos permite vivir sin estrategias, sin condiciones y sin tácticas; nos desnuda ante nuestro ser para delatar la pureza e inocencia que habita en nosotros.

Sin embargo he de confesar algo, estos días que he estado en casa, he sentido que la voz de mi crítico interior se ha hecho mucho más intensa de lo normal. Estar sola y en silencio, me ha revelado que ese gran miedo de ser criticada o juzgada por los demás, no es más que un reflejo de la fuerte crítica que me hago a mi misma.

Muchas veces me exijo demasiado, me pongo después del bienestar de otros, me refugio en el reconocimiento de lo que hago y olvido que quien soy, tal y como soy, es más que suficiente.

Quizás esto tenga que ver con lo que define Brené Brown como la valentía, encontrarme de frente a mí y permitirme ser, sin juicios y expectativas. Aceptar que puedo fallar y que está bien tener días en los que no quiero salir de la cama, pero atreverme a levantarme nuevamente siendo yo y dejarme sorprender por los resultados.

Espero que ese amor propio, que prometo darme a partir de este reconocimiento, y esa valentía, por darle riendas sueltas a mi ser, sea un aporte de resiliencia a la humanidad. Porque esta experiencia me demuestra que entre ella y yo no hay separación alguna.

Paola A. León – @frq1320