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Por ese lugar desfilan, uno a uno, los futbolistas y es allí donde surgen más noticias.
El pitazo final del ahora controvertido árbitro japonés Yuichi Nishimura dio comienzo a otro encuentro. Tras los brazos en alto de los jugadores de Brasil y la marcha rápida de los de Croacia por la digna derrota, más de un centenar de periodistas se prepara y se desplaza para seguir a los protagonistas del primer partido tras la inauguración del Mundial Brasil-2014.
Terminada la rueda de prensa, que la Fifa ha establecido como obligatoria, cada reportero busca su lugar para poder obtener la mayor cantidad de voces. Así como en el campo, cada futbolista busca su espacio para superar rivales, en la zona mixta cada periodista camina, se mueve, gira y analiza cuál será el mejor sitio para obtener una declaración de las ‘estrellas’.
Este “campo de juego”, tiene unos 30 metros de largo por 10 de ancho. A un lado están los periodistas de televisión ya que la empresa para la que trabajan ha pagado una gran suma de dinero por los derechos de exclusividad. Quizás ellos son los que gozan de más comodidad. Al otro lado, en número diez veces mayor que los de tv, están los de radio, los medios impresos y, como yo, algunos de internet.

Así viven los periodistas en las zonas mixtas, esperando a los futbolistas. La imagen es cuando apenas estaban la tercera parte de los que al final llegaron por una reacción.
Antes de que salga el primer futbolista a este ‘campo’, se organizan los cables, se prueban los equipos, se ajustan las voces. Unos gritan y otros llaman, de una esquina a otra, a su compañero de trabajo. Otros transmiten por teléfono y recogen, entre colegas, sensaciones que quedaron tras el partido. Se efectúan análisis con el marcador ya conocido y la cuestión es una sola: la bendita polémica de la que decidió ser protagonista, y culpable, Nishimura, el árbitro central del partido.
Julio Cesar, arquero de Brasil, es el primero en salir y hacia él se van más de una docena de periodistas con sus grabadoras. Atrás quedamos quienes tomamos apuntes, y quienes preferimos dejar el lugar a otros colegas para evitar tanto codazo que en ese instante uno empieza a recibir. Julio Cesar, de zapatos negros y con la sonrisa del ganador, continúa caminando y vuelve a detenerse unos 10 metros más adelante para atender a otra docena de comunicadores. Sucede lo mismo con Marcelo, Dani Alvez, Hernanes y el habilidoso Bernard.
Los colegas de Croacia, con caras largas y rojos de la rabia por lo sucedido, hacen guardia a la espera del entrenador Niko Kovac, quien no tiene pelos en la lengua y asegura que de seguir así el mundial, por el penalti regalado a Brasil, “todo terminará como un circo”.
En este espacio del estadio ningún jugador suda, todos caminan y algunos incluso sonríen. Los periodistas, en cambio, no se detienen. Uno que otro levanta la cabeza. Los hombres que trabajan en la infinidad de radios de Brasil corren, levantan los brazos, hablan y hablan, mueven las dos manos y anotan todo lo que más pueden. Los de la TV, luego de un par de toques de maquillaje, ya empiezan a recibir a los futbolistas, quienes ya han caminado como por entre un laberinto para ponerse a su disposición.
Pasan los minutos, más de 50, y la zona mixta mantiene su furor. Todos esperan, esperamos, por Neymar. Y es, justamente, la estrella de Barcelona, quien se asoma. Acompañado por el jefe de comunicaciones de la Selección pentacampeona del mundo, Neymar habla aquí y allá. Detiene su marcha para acomodarse su gorra de color verde. Sus pasos, guiados por unos zapatos deportivos de color negro, mantienen el ritmo que 90 minutos antes había mostrado en la cancha. Su camisa, de color gris, ya no está sudada. Su voz, a unos tres metros, se escucha pausada. Está alegre por el triunfo, con tres puntos en alguno de los dos bolsillos del pantalón deportivo que lleva puesto.
Neymar, con una tranquilidad llamativa, ingresa a la zona de la televisión. Se detiene y se vuelve acomodar la gorra. El periodista de la TV brasileña se acomoda, se maquilla, piensa, pide más audio y mira la cámara. A su lado, ni más ni menos, está, con una sonrisa, la figura del primer partido. El hombre que desde ya hace soñar a Brasil y a todo un país que quiere y exige el título. Todo eso se ve en una zona mixta en donde se juega un partido, aparte, como una final. Sólo que es un partido que no entrega puntos…
Leonardo Duque Soto
Periodista de Futbolred.com
Enviado especial a Brasil
leoduq@eltiempo.com
En twitter: @leoduq