En momentos en los que quedarse en casa es un acto colectivo de cuidado y solidaridad, trabajar en remoto implica el reto de ponerse rutinas, motivar equipos sin verles a los ojos y sobre todo confiar en otros, en su capacidad e integridad. Por eso no extraña que el teléfono sea esa herramienta para medir la temperatura – aunque sea a medias- de qué tanto están haciendo los otros.
Con chulitos azules, hora de última conexión y la posibilidad de saber si alguien está o no en línea en ese preciso momento, WhatsApp es la reina del monitoreo. Ni Slack, ni Trello permiten hacer un seguimiento tan instantáneo como el gigante de la mensajería, que es usado ya por más de 2.000 millones de usuarios en el mundo.
WhatsApp es popular también porque la inmediatez es un valor innato de la transformación digital y este canal le permite a las personas ubicarse hasta más eficazmente que una llamada telefónica. Piénselo, si está en una reunión tiene más chance de responder un mensaje que de escuchar un audio.
Suelo decir, cuando tengo que salir de viaje, ‘estoy a un WhatsApp de distancia’. Así estamos todos, hasta que nos hacemos la pregunta… ¿hay reglas?
El asunto es que esta aplicación es también el recordatorio de la lista de mercado, la conversación del grupo, el almuerzo de cumpleaños que está planeando, los secretos entre amigas confidentes y las ‘encantadoras’ cadenas que le amenazan de mala suerte si no las reenvía a sus contactos. En resumen es un diario, una agenda y un GPS de bolsillo.
Entonces a lo largo de sus 8 horas de trabajo, 12 o 15 según el caso, es normal que se mezclen las conversaciones informales, familiares, fraternales, con las del jefe, su proveedor y todo tipo de actores. Incluyendo a quienes quieren su atención para que le de ‘like’ a la foto de un concurso o el que le ofrece un curso de asesoría espiritual. Todos tienen el mismo poder: su número y la posibilidad de escribirle.
La pregunta es ¿tener el número de alguien le da el derecho de escribirle un domingo? un viernes en la media noche, un día muy temprano… Unos inician a las 6 a. m. otros trabajan hasta la madrugada y la aplicación sigue siendo su forma de resolver las cosas de inmediato.
Cinco cosas del buen comportamiento ‘whatsappeño’
– No escribiré mil mensajes para enviar mil notificaciones.
– Evitaré escribir un hola sin decir el objetivo del mensaje si no me responden el saludo.
– No enviaré audios a quien no conozco sin haber presentado el objetivo de mi mensaje.
– No redactaré un mensaje que podría ser un correo.
– Dile No, no, no al spam.
Sin duda, los grupos de WhatsApp son una ayuda, pero no está de más que en tiempos de teletrabajo seamos capaces de poner límites a la disponibilidad y pensarnos ese bienestar digital.
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