Voté por el sí, lo promoví creyendo en la necesidad de una salida negociada al conflicto, pero hoy los hechos no son alentadores. Tras cumplir 5 años del acuerdo, poca ha sido la justicia y reparación a las víctimas. Las Farc no han cumplido con su compromiso por la paz.

El acuerdo de paz firmado en el Teatró Colón, entre el Presidente Juan Manuel Santos y las Farc (hoy Partido Comunes) me ha dejado con un sin sabor tras un lustro de su implementación. En ese entonces el ambiente era esperanzador, con una proyección de un futuro prometedor. Hoy el panorama parece otro: de incertidumbre, desesperanza y la inseguridad con indicadores cada vez más alarmantes.

La Justicia Especial para la Paz tiene como tarea investigar, esclarecer, juzgar y sancionar los crímenes ocurridos en el marco del conflicto; sin embargo, sus resultados son pocos y su lentitud termina beneficiando a las Farc, que poco han reconocido y que además, a través de un entramado de palabras, han desviado su responsabilidad directa en hechos atroces que significaron la muerte de miles de colombianos; y ni qué decir sobre el narcotráfico… poco han ayudado a las autoridades con información que permita acabar con las diferentes rutas. La delincuencia sigue creciendo, alimentada de las miles de toneladas de coca que salen del país por trochas, ríos, fronteras y aviones. Todo como si nada, con un negocio que crece y que al precio del dólar hoy, los hace cada vez más millonarios.

La realidad es que sin justicia no habrá paz. El país no puede seguir cediendo su institucionalidad a cambio de nada. Los responsables de tantos delitos atroces deben pagar y no es justificable seguir tragándonos tantos sapos sin resultados que se traduzcan en una reparación a las víctimas. El mensaje ha sido terrible y es que el crimen sí paga. Creo en la salida negociada para la paz, pero no a un precio tan alto. Ojalá me equivoque, pero los hechos de nuevo parecen decir lo contrario.