En esta época del Ramadán que se celebra por estos días en los países árabes, donde la religión oficial es el islam, se renueva la fe musulmana. Son días largos de ayuno y noches de recogimiento y oración.

Es un periodo donde se renueva la religiosidad. Es el momento propicio que los musulmanes asumen el deber de cumplir con los llamados cinco pilares sobre los que se sustenta su fe. Se trata de preceptos que todo buen creyente de esta religión milenaria deben cumplir a través de su vida.

Se trata de la esencia misma de la vida del musulmán. Por un lado está dar testimonio de fe, la oración, ayudar a los pobres, el ayuno durante el mes de Ramadán y la peregrinación, al menos una vez de la vida (para quienes tengan la posibilidad), a la Meca, donde nación la religión del Profeta Mohamed.

Hay una oración que todo musulmán repite diariamente, que resume ese testimonio de fe. Aunque no se entienda el idioma árabe, la musicalidad y belleza de esas palabras llegan al alma e invitan a la reflexión y conectarse con Dios, aunque no se profese el islam. Esa oración o muestra de fe musulmana, llamada SHAHADA, dice así: la Ilaha illa Allah, Muhammad rasúl Allah.  Eso traduce algo así como «No existe dios verdadero sino Allah, y Muhammad es el mensajero de Allah». La interpretación de estas palabras reflejan que nadie tiene que ser adorado, sino Dios y que Dios no tiene ni socios ni hijo. De esta manera, es islam se distancia del catolicismo, que proclama a Jesús como hijo de Dios. Para los musulmanes Jesús es solo uno de los Profetas, que revelaron la palabra de Dios.

El segundo pilar del islam es la oración.  Los musulmanes dedican cinco veces al día a rezar el SALAT, que es considerado como un lazo directo entre el creyente y Dios.

Para los seguidores del islam, no existe autoridad jerárquica ni sacerdotes y, por ello, las oraciones las dirige una persona letrada que conozca el Corán y que la comunidad elige. Estas cinco oraciones contienen versículos del Corán y se rezan en árabe, la lengua de la Revelación; también se pueden dirigir a Dios oraciones personales en la propia lengua del que reza.

Las oraciones son realizadas al amanecer, al medio día, la media tarde, el ocaso y la noche. El musulmán puede realizar la oración en casi todo lugar, tal como campos, fábricas, oficinas, universidades, etc.

El tercer precepto o pilar es el ZAKAT, que es dar ayuda a los pobres. Se entiende que las posesiones o riquezas se purifican reteniendo una parte para los necesitados y, como la poda de los árboles, este corte trae consigo un equilibrio y fomenta un nuevo crecimiento.

Cada musulmán calcula su propia ZAKAT de forma individual y consiste en el pago anual del dos y medio por ciento del capital de cada uno.

Una persona piadosa también puede dar tanto como quiera como SADAQA y lo hace preferiblemente en secreto. Aunque esta palabra puede traducirse como «caridad voluntaria» tiene un significado más amplio. El profeta dijo: «Incluso salir al encuentro de tu hermano con una cara sonriente es caridad».

El cuarto pilar es el SAUM que el ayuno que se practica durante el mes sagrado del Ramadán.  Todos los musulmanes ayunan desde la salida del sol hasta la puesta del mismo, absteniéndose de comer, beber y tener relaciones sexuales.

A pesar de que el ayuno es muy beneficioso para la salud, es considerado (por los musulmanes) como un método de autopurificación espiritual, pues el abstenerse por sí mismo de los confortes de la vida terrenal, aunque sea por un tiempo corto, el ayunante crea una verdadera simpatía por aquellos que sufren el hambre, al mismo tiempo que crece en su vida espiritual.

Por último, y tal vez que muchos musulmanes consideran como la demostración más grande de su religiosidad es la peregrinación anual (HAJJ) a la Meca, (Capital de la provincia de Hejaz de Arabia Saudita) es una obligación a cumplir una vez en la vida, para aquellos que tengan los medios físicos y financieros de realizarla.

Cerca de dos millones de personas van a Meca todos los años de todos los rincones del planeta. A pesar de que Meca está siempre llena de visitantes, el HAJJ anual comienza en el duodécimo mes del calendario islámico. Los peregrinos varones visten vestimentas especiales y simples (dos piezas de tela) que hacen desaparecer cualquier tipo de distinción cultural o de clases. A manera de que todos se presenten ante Dios sin diferencias.

Los peregrinos visitan la mezquita del Haram en Meca. En esta mezquita se encuentra la Kaabah, hacia la cual los musulmanes se dirigen cuando rezan. La Kaabah es el lugar de adoración que Dios mando a los profetas Abraham y su hijo Ismael construir.

Entre los ritos del Hayy, está rodear siete veces la Kaabah, ir otra siete veces entre las dos montañas de Safa y Marwa tal y como lo hizo Hagar madre de Ismael, en busca de agua. Después los peregrinos se reúnen en Arafa para pedirle a Dios lo que deseen y para pedirle su misericordia. La imagen de los creyentes con sus blancas vestimentas, de pie en la montaña de Arafa pidiendo la misericordia divina nos recuerda cómo será el Día del Juicio.

El final del HAJJ y está marcado por un festival: Eid-al Adha, que es celebrado con oraciones comunales. Este festival y el del Eid-al-Fitr, que marca el final del mes de Ramadán, son los principales festivales del calendario musulmán. Es como la navidad de los católicos, en la cual las familias se reúnen y comparten alimentos y obsequios entre ellos.