Los viajes usualmente se planean si, pero hay un componente de incertidumbre y desconocimiento que permite conocer lugares sorprendentes de cuya existencia desconocemos. Esos lugares traen una satisfacción doble precisamente por el factor sorpresa. Por eso no me gusta ni recomiendo planear los viajes al menor detalle, pues se puede caer en el turismo convencional donde todo está artificialmente masticado y listo para visitar, quitándole la dosis sana de aventura que un viaje debe tener.
Algo así me pasó con la montaña (o grupo de montañas) de Hua Shan, cerca de Xi’An en China. Mis recuerdos me llevan justamente al momento en el que estuve al borde de un abismo de 300 metros caminando por unas improvisadas tablas que apenas daban espacio al cuerpo y se aferraban a la pared rocosa de granito blanco casi vertical. Que miedosa pero a la vez increible experiencia por el que muchos artículos de internet han llamado el camino más peligroso del mundo. Yo no lo llamaría así pues para cruzar por este tramo se está anclado por medio de un arnés y un cable de acero a dos lineas de vida que protegen ante cualquier falla de equilibrio y caída potencial pero eso no quita el vértigo tan terrible que se siente al pasarlo.
Para llegar allí, planeamos salir lo más temprano posible pero de nuevo me demoré más de la cuenta así que el tren bala nos dejó en la estación correspondiente luego de media hora de trayecto y 120Kms a las 10am. Un taxi desde allí nos deja en la entrada del parque que tiene un moderno edificio de concreto y un amplia, tal vez demasiado amplia, zona de parqueo. Al lado del edificio un grupo étnico canta a todo pulmón canciones étnicas amplificadas por parlantes demasiado grandes para el espacio y el poco público presente. Ya en la entrada confirmamos que la entrada a estas montañas es algo cara, 200 ¥ (30 dólares).
Hua Shan es una de las 5 grandes montañas de China. Es un lugar sagrado para el Taoísmo desde el siglo 2 antes de cristo y no era frecuentemente visitado debido a lo difícil de subir sus cumbres, algo que entenderíamos más adelante. De hecho luego supimos que los templos que se encuentran en sus cimas sobrevivieron a la «revolución cultural China» en la que se destruyeron o averiaron buena parte de los sitios religiosos porque los guardias rojos no pudieron alcanzar las partes altas.
Nos subimos a un microbus que nos dejó en la entrada del camino. Había, por un costo adicional, la posibilidad de subir en teleférico parte del trayecto pero nosotros íbamos motivados, con presupuesto limitado, y energéticos para caminar. Comenzamos nuestro paso firme hacia la cima por un un camino que transcurría al lado de un pequeño río con paredes montañosas a lado y lado. Gradualmente el panorama se fue aclarando y vimos aquellas paredes de piedra blanca se extendían casi verticalmente cientos de metros hacia arriba. El camino de piedra también se fue inclinando y dentro de poco estábamos sudando por las escaleras que serían la constante en adelante. Ganábamos altura recorriendo un camino de escaleras que se aferraba increíblemente a las piedras escarpadas e íbamos teniendo cada vez una mejor perspectiva de este paisaje de montañas de granito con parches verdes de increíble belleza. Era cada vez más claro por qué era una de las 5 montañas sagradas de China. Tardamos un par de extenuantes horas en subir al punto donde llega el teleférico y las multitudes. El pico Norte a 1613 metros de altura es un pico más bajo desde donde se tiene una vista panorámica que incluye las cimas principales de Hua Shan hacia donde nos dirigíamos. Era realmente asombroso.
Pero el camino estaba lejos de terminar ahí así que seguimos subiendo más escalones, unos tallados en la piedra, otros puestos en cemento, algunos con una cadena al lado pues eran tan inclinados que se hacía necesaria para sostenerse con las manos. Una vez superado esto se llega a una especie de meseta dónde hay incluso un pequeño bosque y a través de la cual se puede llegar a los 5 picos de los cuales subimos a 3 por cuestiones de tiempo y cansancio. Aquí mismo también se llega a la famosa caminata en el aire que es célebre por ser uno de los caminos más peligrosos y emocionantes de montaña.
Naturalmente que no nos íbamos a perder esto, así que llegamos al punto de partida, hicimos la fila y pagamos los 30¥ (5 dólares) adicionales. Llegó nuestro turno y nos pusieron un arnés con dos cuerdas que se unían a cables de acero fijados a la pared de piedra. Esto y la delgada plataforma en nuestros pies era lo único que nos impedía caer 400 metros. La sensación de vértigo era muy fuerte, la disfrute corriendo sobre mis venas e impidiéndome mirar tranquilamente al vacío, unida al increíble paisaje que desde aquí se veía. Es curioso como el peligro inminente de caer juega con nuestras mentes y nos hace sudar, ser demasiado cuidadosos con nuestros movimientos que irónicamente se vuelven mas torpes en estas situaciones. El camino siguió por unos 50 metros en los que había que cambiar de cables soltando una de las cuerdas a la vez. Al final se llega a una terraza natural que amerita una foto más, de calendario, con un árbol horizontal que se aferra como puede a la piedra. El regreso es por la misma vía compartiendo los 30 centímetros de plataforma con los que vienen. Valió la pena el paso por aquí.
Nuestro camino no terminaba ahí, como no, teníamos aún que subir a dos más de los picos. Comimos algo de lo que llevábamos (maní, galletas) y continuamos por el sendero que nos llevó a descubrir otras panorámicas del lugar. El pico más alto es el del sur y trepando más escalones llegamos a su cima a 2160 metros sobre el nivel del mar. La felicidad de estar allí y contemplar los impresionantes alrededores luego del gran esfuerzo me lleno por varios momentos y estoy seguro que los lectores de este blog sentirán lo mismo si algún día tienen la oportunidad. Luego de la foto de rigor, continuamos hacia el pico Oeste que habíamos visto imponente desde nuestra llegada al pico Norte. El último tramo requiere escalar una roca de unos 4 metros ayudado por una cadena pero me aventuré a subir la roca por mi cuenta, una vez arriba pensé en lo catastrófico que hubiera sido caer en ese momento. Lo único malo que recuerdo del lugar fue el olor de la letrina que había en la vía a este pico, terrible pero explicable porque a alguien se le ocurrió poner un baño público allí.
Hasta ahí todo todo marcha a la perfección, pero todo lo que sube tiene que bajar y nosotros no seríamos la excepción a esa ley. Iniciamos el descenso cerca de las 4:30pm a paso rápido pues el camino sería largo. La bajada fue otra aventura pues se iba oscureciendo y no sería agradable bajar estos caminos sin linternas. Superamos la parte más inclinada con la última luz disponible y siguió el descenso más suave al lado del río. En el descenso encontramos algunas personas que iban subiendo pues también es posible hacerlo en la noche para al otro día despertar con el amanecer desde la cumbre. Al final, a las 7:30pm, con nuestras piernas y rodillas trajinadas por el día duro que les obligamos a llevar, estábamos en la entrada del sendero pero lejos aún de nuestra cama en Xi’An. A pesar de nuestro estado teníamos que regresar tomando el tren, de manera que tomamos un taxi cuyo conductor a duras penas nos entendió que nos dirigíamos a la estación. El único problema es que nos llevó a la «otra» estación, no la moderna donde se detienen los trenes rápidos sino la antigua donde paran los trenes locales. Allí hicimos nuestro mayor esfuerzo para explicar que queríamos un tren rápido a Xi’An pero la señora de la taquilla no nos entendió por lo que llamó a una joven asistente que hablaba Inglés. No contábamos era con que esta chica tenía un genio volatil y ante nuestras solicitudes salimos regañados, hasta el punto que me molesté y le pedí con firmeza que dejara de tratarnos mal. Parecía tener un resentimiento frente a los extranjeros e inseguridad en su inglés. Superado este pequeño incidente comimos algo pues el hambre era agobiante despues de quemar calorías durante 8 horas de camino.
El tren que nos llevó de vuelta nos costó la cuarta parte con respecto al tren en el que llegamos. Era un tren local, atiborrado de gente, lento, con sillas incomodas. No era pésimo, pero en el estado de cansancio en el que estábamos una silla cómoda para dormir era el único deseo. Deseo que no se cumplió, y tuvimos que soportar dos horas de viaje tratando de cerrar los ojos en medio de la incomodidad. De vuelta al hostal, el primer destino fue la cama para descansar luego del periplo.
No me queda duda de por qué este es un lugar sagrado, se siente la energía a través del paisaje y vale la pena que si se decide a visitar China considere este lugar dentro de la peregrinación. Eso sí haciendo la caminada completa si su físico lo permite y recuerde que puede incluso pasar la noche en este lugar si desea ver el amanecer y tomarlo con más calma.
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