Es triste e irónico que el mayor temor de los ciclistas no sean los descensos, caídas o lesiones sino que sean robados durante su recorrido. Esto se ve en las noticias y denuncias que son cada vez más frecuentes. Un triste ejemplo es el caso de Cesar Criollo a quien mataron en el pueblo de Flandes por quitarle su bicicleta o el famoso video de un intento de atraco en una cicloruta de Bogotá. Uno de los hechos más recientes y que me afectó mucho más fue el del asesinato de Steven Heller, un conocido mío que fue apuñalado al robarle su bicicleta en el pueblo de San Francisco, Cundinamarca. El robo de bicicletas creció el 9.7% en Colombia para el año 2014 para un total del 3925 casos (reportados) de los cuales 1450 fueron en Bogotá según este artículo.

Pienso en todos estos hechos y creo que estamos ante las consecuencias de una sociedad Colombiana que se sigue desmoronando y en la que un objeto vale más que una vida.
Hay un gran debate, acalorado en redes sociales y en los periódicos, sobre las causas y la responsabilidad y la solución a esta situación. He tenido la posibilidad de ver varios puntos de vista y creo que estamos ante un problema de descomposición social atado a un sistema judicial alcahueta e inoperante.

En la raíz de esto, para mí, está el problema cultural y educativo en el que seguimos codiciando tener lo más caro, lo más vistoso, lo mejor sin realmente ganarlo o merecerlo y sin importar la integridad de los demás para obtenerlo. Lo irónico es que esto llevado al mundo las bicicletas es absurdo, pues por más buena que sea una bicicleta, por más liviana, al final depende netamente de quien esté montado en ella para que haga una diferencia, es decir la bici es secundaria al ciclista. Pero aun así las siguen robando. Esta codicia lleva al robo a cualquier precio, así sea la vida de su dueño. Pero no para ahí, porque tan culpable como el que la roba es quien compra bicicletas en lugares de dudosa reputación o de segunda mano con el fin de ahorrarse unos pesos e ignorando a propósito la sangre y dolor que su ahorro en realidad causa.

El siguiente paso es que los ciclistas se van a armar, tratar de defender lo suyo hasta donde les sea posible. Ahí saldrán muchos heridos, linchados o muertos pero ante la situación actual de impotencia frente a los ladrones, es entendible que ocurra. Yo lo sufrí en carne propia, hace unos 5 años y no se lo deseo a nadie. 3 hombres armados nos salieron al paso en el desierto de la Tatacoita en Nemocón y después de maltratarnos y amarrarnos se fueron con nuestras bicicletas. A pesar que no me gusta la venganza, espero verlos algún día tras las rejas o que sufran algo similar que los lleve a arrepentirse de sus actos…

Por otra parte muchos culpan a la policía de su inacción, sin embargo no creo que ellos sean los principales culpables en este caso. Conversando con un coronel de esta institución, me confirma lo que vemos en las calles: Los ladrones son capturados en muchos casos pero al ser remitidos a los juzgados, lo más probable es que sean liberados en menos de tres días… ¿triste no? Esto se da gracias a los papeleos y burocracia judicial, el temor de los denunciantes que deben soportar un proceso absurdo, exponerse ante los criminales y a las concesiones que hacen los jueces para dejar en libertad a estas personas basándose en leyes blandas y cárceles llenas.

¿Qué se puede hacer?

No puedo terminar sin buscar una posible solución a este tema, y desafortunadamente no parece ser nada fácil. Primero se tiene que seguir empujando un cambio de cultura de parte de la sociedad. Sería bueno por ejemplo hacer una rodada de protesta en aquellas zonas donde se sabe que se comercializan las bicicletas robadas o en barrios donde se presenten los robos buscando que entiendan el verdadero valor de lo que se llevan que es mucho más que lo que cueste la bicicleta. Campañas educativas de la alcaldía en este sentido también serían muy útiles, como lo fueron en la administración de Antanas Mockus. Como segunda medida, tal vez idealista, debe haber un cambio fuerte en el sistema judicial. Actualmente es una burla, no solo para los ciclistas sino para todas las víctimas de la delincuencia común. Esto se debe respaldar con penas más fuertes a los agresores (que no solo involucren carcel), menos trámites a los denunciantes. Los indígenas propinan unas buenas palizas a quienes violan las leyes, en países aún se obliga a lo reos a trabajar en obras de la ciudad. Si las cárceles están tan llenas, no me suena malo que se pudiera aplicar algo similar que ayude a disuadir de alguna forma a los que quieran reincidir. Recuerdo que cuando estuve en Asia una de las cosas que me impactó en varios países como China, Vietnam y Laos era la sensación real de seguridad que se vivía a pesar de tener también condiciones de pobreza similares a las nuestras. En buena parte esto se debe a que los sistemas de gobierno son mucho menos tolerantes frente al robo con leyes fuertes y eficientes y en segunda medida a una cultura de respeto por la vida que se infunde desde la infancia por parte de la sociedad.

No podemos esperar cambios de la noche a la mañana, esto hace parte de un proceso largo de transformación social. Debemos ser conscientes de nuestra situación actual y de que no son aplicables solamente soluciones educativas o humanistas de largo plazo sin que sean acompañadas de leyes estrictas y una fuerza pública que las aplique para controlar el problema en el corto plazo. No somos ni Dinamarca ni Corea del Sur ni Singapur. Estamos atrás y debemos recorrer el camino que ellos recorrieron para llegar a donde están.

Técnicas de robo y consejos para evitarlo. Tomado de www.curruqui.es

Desde nuestro punto de vista como ciclistas urbanos, de montaña, de ruta, etc. lo invito a tener mucho cuidado al rodar de noche, por lugares donde es presa fácil como los puentes, o con fama de ser peligrosos. Use candados en U y no guayas prefiriendo parqueaderos públicos que la calle. Sea cauto con las conversaciones con extraños en su recorrido, sobre todo si le dicen que los acompañe a para mostrarle algo o darle una tarjeta, etc. En las redes sociales pueden buscar grupos como «bicicletas robadas bogota» que les pueden ayudar a ver y denunciar robos y rateros. También están las páginas de www.biciregistro.co donde pueden ingresar los números de serie de su bicicleta y contrastarlos a la hora de comprar alguna usada. Ante todo, eviten comprar bicicletas usadas a menos de estar totalmente seguros de su procedencia. Hablando de seguros, puede adquirir uno para su bicicleta con alguna de las compañías grandes del mercado que ya los ofrecen.

¿Qué se puede hacer para cambiar esta situación? Escriba en los comentarios, tal vez lleguemos a algún concenso.

Les comparto estos artículos de Steven Heller, Genio y Figura según sus amigos, otra victima absurda del robo de bicicletas…

Tomado en parte de mi editorial en la revista de ciclomontañismo Accion MTB.
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