Andes Epic es una de las carreras más reconocidas y
La sed del reto:
Domingo 10:30am, termino un descenso corto y giro a la derecha para encontrar una subida que mi cuerpo y mente califican como imposible, no quedan fuerzas. Es el segundo día del Andes Epic y estábamos bien advertidos de que tendríamos 53Km con varias subidas con pendientes descomunales de hasta el 33% pero ya enfrentarse a ellas pedaleando en ese calor era otra historia. No me desesperé y en el cambio más suave posible comencé el ascenso de las múltiples y en apariencia interminables rampas con el único objetivo de no bajarme a pesar del agotamiento. Llego a la cima 4km después y comienza un descenso, sencillo en apariencia pero una sombra de árbol esconde la piedra contra la que mi llanta trasera choca y se pincha. El neumático de repuesto quedó varios kilómetros atrás, en el piso pues se cayó del lugar donde lo había puesto, de manera que la única opción era arreglar el daño y perder más tiempo. Hasta ahí todo iba bien en el día, mantuve un buen ritmo, pero la suerte no estaba de mi lado al parecer.
Veo con frustración como unos 50 corredores me rebasan y pienso mientras arreglo el pinchazo en el primer día de competencia: Tampoco fue un día afortunado pues también me pinché en el Km 20 de los casi 100 que tuvo la etapa. Una ruta durísima que no han modificado casi desde el 2015 cuando por primera vez se hizo el Andes Epic en Barbosa luego de un par de años de ausencia en el calendario. El calor y la exigencia hicieron luego que en la mitad del recorrido sufriera de calambres en ambas piernas, el dolor era intenso pero no me bajé de la bicicleta pues sabría que sería peor hacerlo, solo hasta que llegué al punto de hidratación en el pueblo de Bolivar bajé a recargar líquidos y a pedir ayuda a una enfermera que me remitió a la carpa el equipo “Marquilleros” donde me salvaron con una aspirina efervescente que mágicamente me curó. De ahí en adelante mi rendimiento no fue el mismo pero por lo menos logré mantener un ritmo decente que me llevó a terminar en 6 horas y 31 minutos. Cuando crucé la meta noté que aún faltaba la mayoría de competidores por llegar. Al final solo 532 de los más 700 que iniciaron pudieron completar la ruta dentro de los tiempos de corte.
La carrera insignia
Me sorprendió saber que más de 700 competidores irían a una competencia tan dura como el Andes Epic. Demuestra el creciente auge que tiene el ciclismo en el país y también una nueva tendencia mundial por la actividad deportiva y la vida saludable. Colombia está ocupando lugares destacados con sus deportistas en el ciclismo y eso se refleja en que la gente está tomando su ejemplo para salir a las calles y asumir retos cada vez más fuertes. Hace 10 años cuando se realizó la primera versión del Andes Epic, convocó a sólo 15 participantes a las 4 fuertes etapas punto a punto. En ese momento la cultura ciclística del país no estaba lista para un reto de este tipo y completar un recorrido tan fuerte pagando por la logística necesaria estaba en la mente de pocos. Este año en contraste, agotaron los cupos disponibles con un precio de $350 mil pesos que aún es económico en comparación con otras carreras de este tipo en el mundo.
En cuanto a la logística y organización del evento, debo decir que fue muy bueno. No en vano fue elegida la carrera de MTB del año 2016 en Colombia. Siempre hay detalles asociados a organizar un evento de esta magnitud, dispersión geográfica y complejidad, sin embargo fueron muy bien manejados por los organizadores demostrando que los Colombianos tenemos como montar una competencia de talla internacional. Espero que en la edición de 2018 puedan escalar un peldaño más hacia un reto de más días y con recorridos renovados, a la altura de otras carreras reconocidas en el mundo manteniendo unos precios acordes a la excelente logística pero alcanzables para los corredores colombianos y tal vez una tarifa diferencial para extranjeros con servicios adicionales.
El delicioso dolor de la victoria:
Volviendo a mi periplo, finalmente logro terminar arreglo de mi segundo pinchazo y retomo a toda velocidad la fracción restante hasta la meta. Tan rápido, que tomo más riesgos de lo debido y en una curva cerrada en un descenso, mi llanta delantera pierde el agarre y caigo con violencia al suelo, me levanto de la rabia y veo mi codo lleno de sangre, con muy mal aspecto pero a pesar del dolor sigo pedaleando y llego a la meta. Defensa civil en la meta mira la herida y me dice que es de hospital, al cual me acompaña uno de los organizadores de la carrera que nos apoyó a mí y otro desafortunado ciclista que en la misma curva perdió el control y fue a dar contra un poste. Al final son 11 puntos y la mirada de sorpresa de la doctora cuando le pregunto “¿puedo correr mañana?”.
El último día, con mi brazo vendado salgo a competir, despacio en las bajadas para reducir el dolor en mi herida por la vibración, subiendo a un paso fuerte pero no a tope para evitar algún sangrado, el objetivo es terminar. Recorro los 43Km de una ruta bellísima, mi preferida de las 3, en 2:41 minutos tras un embalaje al final cruzando la meta como si me hubiera ganado una etapa del Giro de Italia. Al recibir mi medalla, no me cambio por nadie, LO LOGRÉ!
Esta sensación me llevó a pensar que estas carreras resaltan nuestra naturaleza humana de conquistar nuevos retos, competir contra otros y explorar nuevos lugares, muchas veces tomando riesgos, superando nuestros límites físicos y mentales. Es una mezcla de esto lo que nos ha permitido avanzar como humanidad y es lo que a nosotros nos lleva a invertir este esfuerzo tan grande por terminar. En palabras de David Useche, uno de los competidores, “La motivación es sentir que uno no es un simple ser humano, sino que a través de la convicción, la voluntad y la determinación podemos superar barreras que parecen imposibles”. El reto y la preparación está por supuesto en el cuerpo, pero ante todo, en la mente para no rendirse cuando el cuerpo no da más y llegar a un estado similar al de una meditación, en el que se sobrepone al dolor y a los pensamientos que nublan nuestra conciencia, nuestro objetivo.
Sumando las 3 etapas los ganadores de la clasificación general fueron Luis Mejía en hombres y Ángela Parra en Mujeres. Dos Colombianos ciclo montañistas profesionales que viven en Costa Rica. A ellos se unen los ganadores en cada una de las 8 categorías. Unos super humanos sin duda con las capacidades físicas, mentales y disciplina necesaria para ocupar este lugar. Luis Mejía tardó 8 horas 23 minutos en los tres días, casi 5 horas de ventaja frente a mi tiempo y 13 horas frente al último que logro clasificar.
No me considero un héroe por completar este reto, es más, muchos dirán que estamos locos por someternos a semejantes pruebas y dolores, pero estoy convencido que todos y cada uno de quienes vivimos esta experiencia nos demostramos a nosotros mismos principalmente de qué estamos hechos. Vivimos esta pasión pedaleando entre la naturaleza, superamos las adversidades, llevamos nuestro cuerpo y mente al límite y algunos hasta logramos terminar este reto. No tengo duda que muchos de nosotros queremos más, un buen candidato tal vez sea Transpáramo, por ahora solo resta seguir entrenando…